En medio de una violencia inmanejable Venezuela asiste a una escalada verbal del gobierno, que es parte de un plan para evitar las elecciones y quedarse ilegítimamente en el poder.
Nicolás Maduro, llamó «basura» al secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien consideró este jueves que con el asesinato de un dirigente opositor en un acto de campaña se busca «amedrentar» a la oposición.
El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, tildó al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, de «inmoral», luego que se refiriera a la muerte del secretario de AD en el estado Guárico, el pasado miércoles.
«El inmoral más inmoral del mundo es Santos, peor que Uribe (…) su país que está en guerra y él preocupado porque mataron a un sindicalista mafioso de la derecha», manifestó Cabello.
El ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, reveló que sectores buscan “sacar con pinzas” funcionarios pertenecientes a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para gestar una rebelión en el país.
En este sentido, el ministro señaló que el presidente de la República, Nicolás Maduro, le pidió ordenar a la FANB mantener “lealtad” a la Constitución. Finalmente, aclaró que el cuerpo castrense tiene como misión única “garantizar la soberanía” de la patria.
Tres pasos encadenados del plan del gobierno bolivariano consistente en generar un estado de conmoción interior que le permita suspender el proceso electoral y quedarse «sine die» en el poder bajo la justificación de un estado de guerra externa.
Sabiendo que la jornada electoral representará una derrota apabullante del oficialismo y observando el crecimiento del malestar social, que comienza a estallar en acciones concretas, Maduro y Cabello temen un final dramático para sus respectivas carreras y miran de reojo la investigación que en EEUU se lleva adelante en el caso de narcotráfico que involucra a los sobrinos del mandatario y que tienen al militar como vértice responsable del delito.
Sospechan un escenario de caída, traición militar -hay muchos miembros de las FANB involucrados en casos de corrupción que ya están negociando impunidad a cambio de no intervenir en defensa del desgastado gobierno- y cárcel para ambos. El fantasma de Noriega en Panamá se les cruza permanentemente por la cabeza.
La idea es declarar el estado de guerra -por las supuestas agresiones del «imperio» que tendrían a Colombia como eje- y suspender el comicio instaurando un Gobierno Bolivariano de Salvación Nacional, encabezado pro el propio Maduro, que se haría cargo de un poder extraordinario hasta que «estén dadas las condiciones para avanzar en un proceso electoral».
Por estas horas el gobierno sondea apoyos entre sus socios del PARLASUR, sin demasiado éxito, lo que sin embargo no evitaría que la aventura siga adelante.
La fecha elegida sería la de la próxima semana. Maduro y Cabello saben que cualquier movimiento debe darse antes de la asunción de Mauricio Macri en Argentina, ya que el nuevo mandatario se sumará a los países que condenan la arbitrariedad de las autoridades venezolanas.
Se acercan horas dramáticas para el país caribeño y no son pocos los observadores internacionales que temen un baño de sangre en la convulsionada nación.
En ese sentido, los ojos se posan en aquellos sectores militares que no están dispuestos a acompañar la aventura y que por estas horas negocian con sectores del gobierno americano -bajo el paraguas de la OEA- para buscar una salida pacífica que desemboque en la jornada electoral del 6 de diciembre.
Todo se definirá en las próximas horas.