Malos mensajes en un país que acentúa sus problemas

Por Hugo Flombaum (*)Nuestro país está en un pantano, cualquier movimiento nos hunde más. Cada cambio formal de gobierno es más pobreza, menos futuro. Abandonar la puja de  intereses.

 

Hugo Flombaum

Nuestro país está en un pantano, cualquier movimiento nos hunde más. Traducido a nuestra realidad significa, cada elección, cada cambio formal de gobierno es un movimiento dentro del pantano, eso es más pobreza, menos futuro.

No será en ese curso donde encontraremos la salida. Las elecciones son la base de la convivencia democrática cuando hay un piso de entendimiento, cuando no lo hay se convierten en una puja de intereses sin rumbo.

Solo para dar un ejemplo, debatimos el caso Chocobar, pero no debatimos el mensaje que eso significa. La verdad es que el desubicado juicio importa poco, la sociedad lo absolvió el día del hecho, si el juicio hubiera sido con un jurado popular el fallo estaba cantado.

Lo que nos debe preocupar es el mensaje que dejó para los argentinos, menos seguridad y el honesto pierde. Para lo posibles extranjeros que quieran venir a vacacionar es, no vayan ahí, protegen a los delincuentes y no a la policía.

El relato de que los pobres pueden delinquir nos lleva a un desastre para la convivencia en la comunidad, paso a paso llegaremos a la ley de la fuerza y al sálvese quien puede. No va a haber policía que ante la flagrancia de un delito intervenga.

Pero ese mensaje no es una excepción. Sin duda por mal nutrición y por falta de destino, la vida de los argentinos pobres es una calamidad, la única salida es la educación y el debate en nuestra sociedad no es qué educación necesitamos, el debate es presencialidad o no, como si hoy el problema educativo fuera la presencia.

La educación es formativa en lo cultural y en lo funcional. Sin plan productivo en el mejor de los casos cubrimos lo primero.

La Argentina no es un país difícil para administrar, diría que debe ser uno de los más fáciles. A que cosa nos debemos dedicar lo sabemos todos. Casi nos sale como un versito de escuela. La bioeconomía, la industria del conocimiento, la minería, los combustibles fósiles y el turismo son las actividades que suman recursos.

Los servicios que esas actividades requieren completan un horizonte.

Luego se puede debatir, en el improbable caso que esas actividades no garanticen el pleno empleo, cómo dar trabajo al resto de la población. En el mundo se utilizan las economías circulares en áreas específicas que permiten ocupar los territorios y generar una vida digna y productiva.

Pero los mensajes que recibimos son todos desde intereses facciosos.

Hoy estamos ante un relato irreal y demoledor para nuestro futuro.

«El mundo de los imperialismos y del capitalismo explotador requiere una respuesta de los países sojuzgados. Porque la pobreza es generada por esos imperios». Esta puede ser una síntesis.

Este mensaje es por lo menos desvariado.

Pone la culpa de nuestros problemas a los extranjeros, que difícilmente siquiera nos tengan en cuenta.

Claro que tener una buena lectura del mundo no garantiza el éxito en lo interno. Se puede leer muy bien la situación global y hambrear a nuestros habitantes.

Hay muchos ejemplos. Los países petroleros de Medio Oriente y Venezuela saben perfectamente como ubicarse en el mundo, pero requieren de un relato para hambrear a sus pueblos, la religión, una supuesta ideología, la lucha por supuestas ideas, todo sirve para acumular riqueza en manos de los poderosos y sojuzgar a los más humildes.

Algunos lo hacen con el poder militar, otros con el poder de la penetración de un relato en la conciencia de los pueblos.

Hoy todos los países del mundo son capitalistas y todas las naciones tienen desafíos iguales, la amenaza de la degradación de nuestra naturaleza y la concentración desmedida e inútil de la riqueza en pocas manos.

Esa problemática unifica a China y a EE. UU.

Luego se enfrentan en una contradicción que verdaderamente los divide, el desarrollo capitalista se hace con libertad individual y competencia de los talentos o bajo la planificación centralizada y con la limitación de las libertades individuales.

Tenemos un conjunto de países «exitosos» con libertad individual y otros con planificación individual centralizada en los partidos de gobierno.

Si en nuestro país el lugar de debatir intereses personales o de grupo debatimos en que parte del mundo queremos estar, las elecciones serían de gran importancia.

Nadie puede dudar de que hay países planificados por gobiernos centralizados que han sido «exitosos», sus comunidades cada día tienen acceso a mejor estándar de vida en lo económico en la salud y en la educación y por supuesto en lo que respecta a sus formación como parte del engranaje productivo.

¿Son pueblos felices, son pueblos libres? Esa es la pregunta del debate.

Gobiernos centralizados exitosos requieren de funcionarios capaces, talentosos, honestos y eficaces. Requiere también de un pueblo diciplinado, confiado en sus autoridades y trabajador.

Sin todas esas condiciones la planificación centralizada fracasa y se convierte en dictadura hambreadora.

Ese es el debate que debemos dar en nuestras elecciones. De un lado aquellos que aun pensando distinto en cómo se ejecutan los planes, hayan decidido construir una comunidad libre, justa y productiva. Del otro, aquellos que quieran construir un partido único de gobierno, eficaz, probo y talentoso.

Debemos persuadirnos de que estas cualidades no abundan hoy en la Patria.

Enfrentamos una elección parlamentaria, los que queremos sostener la libertad individual como paradigma debemos intentar enarbolar esa bandera y desarrollar nuestras propuestas sinceramente, aunque vayamos en espacios diferentes, nos unirá lo estratégico y debatiremos luego la manera de llevarlo adelante.

Del otro lado enfrentaremos a un conjunto de audaces que tienen como pívot ese relato inútil pero que oculta la intención de construir un partido único de gobierno con un estado centralizado.

Luego de dilucidar cual es el camino institucional, debatir los planes productivos y educativos, para recién determinar cómo llevarlos a cabo.

El debate que damos a diario en estos momentos es inútil, solo son movimientos que garantizan que del pantano no salimos.

¡ARGENTINOS A LAS COSAS!

(*) Hugo Flombaum, analista político. Columnista de LaCity.com.ar.