Escribe Adrián Freijo – Habíamos adelantado en Libre Expresión que uno de las consecuencias del Brexit sería la necesidad británica de revisar el status malvinense. ¿Ha llegado el momento?.
La comedia de enredos que con la ONU como escenario envolvió en las últimas horas al presidente argentino -seguramente ampujado por la falta de experiencia y por cierta tendencia muy notoria en Macri a no tomar nota del peso de sus palabras- requiere aclaraciones y reflexiones que nos permitan entender en que llugar estamos parados.
Es fundamental entender que algo ha cambiado y para bien: este es el tono, el lugar y el tiempo que la diplomacia necesita para encontrar resultados. No hace mucho, durante el tiempo conmemorativo de la guerra en el Atlántico Sur, lo destacábamos en esta página, afirmando que: “El escenario mundial, máxime cuando sus principales actores se juntan para coordinar esfuerzos que eviten la proliferación de armas nucleares en manos de los violentos, es el lugar en el que más conseguiremos para que tarde o temprano se reconozcan nuestros derechos soberanos. Porque definitivamente debemos intentar resolver la cuestión entre socios y no entre enemigos. ¿Puede ser tan corta de miras nuestra dirigencia y nuestro periodismo para haber omitido que no es casual que a pocas horas de la resolución de la ONU ampliando la plataforma marítima argentina, Gran Bretaña haya retirado -por primera vez desde el conflicto de 1982- a parte de su fuerza naval en las islas dejando sin la protección de una fragata o un destructor al archipiélago?. Si eso no es un gesto…¿qué cosa lo es?” (LIBRE EXPRESIÓN – 3-04- 2016 , Editorial).
Y no nos equivocábamos; Gran Bretaña sabe que en el tiempo que viene tiene que concentrar todos sus esfuerzos presupuestarios en sostener la absurda decisión de alejarse de la Unión Europea y que disponer cuatro mil millones de euros anuales para sostener el archipiélago no solo es un delirio más sino, y por mucho tiempo, un imposible. Por eso está, por primera vez en un siglo y medio, dispuesta a entablar negociaciones con Argentina que ahora sí incluyan la soberanía en el temario.
No nos engañemos esperando que esas negociaciones se basen en una devolución lisa y llana de nuestros derechos soberanos. Sería ingenuo pensar que los británicos dieran semejante muestra de debilidad hacia el mundo y hacia su gente.
Pero es probable que la vieja doctrina del «paraguas protector» tenga ahora una vuelta de tuerca que nos deposite en un tiempo de negocios comunes, otro a mediano plazo de soberanía compartida y por fin el de la devolución plena de nuestros derechos.
¿Alternativas?, ninguna. Salvo claro está que pensemos en una nueva guerra o en sostener con actos masivos, gritos y demagogia una situación histérica y sin destino alguno.
Todos los 2 de abril Cristina mugió improperios desde una tribuna, amenazando, insuflando patriotismo, prometiendo blandir una espada flamígera que en realidad jamás tuvo presupuesto para su combustible. Al día siguiente ya nadie volvía a hablar del tema, y lo que es peor en 12 años no se dio un solo paso efectivo para una recuperación seria.
Es probable entonces que la conversación informal entre Macri y la primer ministro May haya efectivamente ocurrido. Y es igualmente posible que efectivamente la palabra soberanía haya estado involucrada en el encuentro.
Claro que nuestro mandatario jamás debió hacerlo público. Ojalá el tiempo le enseñe el valor de la prudencia.