Manu Ginóbili en el All Star Game de la NBA: El Show Perfecto

Por Florencia Cordero (Enviada Especial a Los Ángeles) – Con el orgullo de contar con la participación del argentino Emanuel Ginóbili, pudimos disfrutar de la excelencia organizativa al servicio de una puesta impecable.

El Juego de las Estrellas de la NBA tiene todos los condimentos para erigirse en un espectáculo de un nivel superlativo que conjuga básquet de alto vuelo con las máximas figuras, shows musicales impactantes, números artísticos y juegos con el público en el marco de un verdadero festival de luces y sonido que conforman un combo explosivo que no da respiro al espectador.

Con el orgullo de contar con la participación del argentino Emanuel Ginóbili, pudimos disfrutar de la excelencia organizativa al servicio de una puesta impecable que tuvo como escenario el imponente Staples Center de Los Ángeles en un show que provocó el éxtasis tanto de los amantes del básquetbol como de los populares actores de Hollywood que aportaron su glamour a la Mega Fiesta de la NBA.

La noche del sábado despertó gran interés con el dinámico Juego de Habilidades (con tríos integrados por un jugador NBA, una jugadora de la WNBA y una leyenda)  y el entretenido Torneo de Triples. Pero lo más atractivo en la jornada inicial fue el Concurso de Volcadas. La imagen que quedó en las retinas de todos fue la asombrosa maniobra del crédito local Blake Griffin (Los Ángeles Clippers), quien saltó un auto de alta gama estacionado debajo del aro para enterrar el balón con furia y provocar el delirio del público.

El domingo llegó el partido de las estrellas tras un potente arranque con la fuerza del cantante Lenny Kravitz y su banda en vivo como música de fondo para la presentación, nombre por nombre, de las figuras del Este y el Oeste, con Manu Ginóbili incluido aclamado por la numerosa comunidad latina. Ovación para Kobe Bryant, figura de Los Ángeles Lakers, y abucheo generalizado para los archirrivales de Boston Celtics, Paul Pierce, Kevin Garnett, Ray Allen y Rajon Rondo.

Las cuatro pantallas gigantes de alta definición unidas por otras cuatro más pequeñas que conforman un octógono en las alturas del estadio juegan un papel fundamental en la dinámica del espectáculo ya que reflejan fielmente y en gran tamaño todo lo que ocurre dentro de la cancha y las respectivas repeticiones de las acciones más impactantes. Además, las pantallas provocan una vertiginosa sensación de continuidad (nunca se produce un bache) no sólo por la interacción que ejercen con el público desde las cámaras apostadas por diversos sectores del estadio sino también por la emisión de mini clips protagonizados por los mismos jugadores de la NBA que, a través de breves historias humorísticas, demostraron también sus dotes actorales.

En ese contexto, Manu Ginóbili no desentonó ni mucho menos. Tuvo sus 20 minutos en cancha, se divirtió, corrió, asistió y fue útil al espectáculo en el que -se sabía- tenía que destacarse Kobe Bryant con sus 37 puntos y el aliento de la parcialidad angelina para consagrarse como el Jugador Más Valioso (MVP).

En el desarrollo de toda la celebración, se destacó la presentación de la cantante Rihanna en el entretiempo con un tremendo despliegue escénico en una puesta que incluyó pantallas móviles, una orquesta de veinte cuerdas en escena, varios cuerpos de baile con llamativo vestuario, una sólida banda e invitados especiales para acompañar a la sugerente vocalista que impactó con su performance.

El All Star Game no sólo se trata de jugadas espectaculares de los NBA con alley oops, volcadas y pases de faja. Además del talento de las grandes figuras del mejor básquetbol del mundo, la propuesta invita a disfrutar, sin tiempo para distraerse, de un show integral de más de tres horas que potencia la magia de la NBA con el concepto puro de la diversión como máximo objetivo.

La palabra de Manu

“Me acuerdo cuando tenía 15 y lo veía por televisión era como que bajaban 24 tipos de una nave espacial y se ponían a jugar al básquet. Y hoy me toca a mí estar acá, compartirlo y vivirlo desde adentro. Uno pierde perspectiva en toda la vorágine de viajes y partidos, pero si ponés el freno y lo mirás a distancia es algo impresionante. La gente que sigue el básquet desde hace mucho, cuando ni llegaba la NBA a la Argentina, creíamos que los que jugaban el All Star no eran de este mundo. El hecho de ser reconocido para estar acá para mi es el premio más importante”.

“Aunque suene un poco arrogante, me tocó ser una estrella, pero por mi forma de de ver el deporte y la vida me cuesta aceptarlo y por eso es raro. A uno le quedará en la memoria todo lo que pasó. Por 12 meses soy All Star, pero a veces siento como que no pertenezco a este mundo”.