Fueron 142 años de muchas luces e intensas sombras. Aquella Mar del Plata de los pioneros mutó en esta de las respuestas tardías. La que supo ser una ciudad de avanzada es hoy una llena de dudas.
Es bueno poner este editorial en cuadro: vamos a hablar de una ciudad que ha crecido como pocas en la Argentina, que se ha convertido en una marca registrada, que ha desarrollado en sus entrañas la industria, el turismo, el comercio y el agro y que tiene por delante un destino grandioso si sabe dar los pasos adecuados.
Y decirlo es importante porque a pesar de las críticas que con fundamento puedan hacerse a los resultados de las últimas décadas, tiempo en el que la ciudad fue adquiriendo problemas propios de lo peor de las más oscuras zonas del conurbano bonaerense, el balance de este casi siglo y medio es impactante y todos los males actuales no pueden evitar que siga siendo uno de los núcleos urbanos con mayor futuro de la Argentina. Solo depende de las decisiones que se tomen de aquí en más…
La enumeración de males ya la hemos hecho en más de una ocasión. ¿Hasta cuándo nuestra industria pesquera seguirá resistiendo la falta de empresarios con una visión que vaya más allá de sus propias narices y una dirigencia política que le de a la actividad la importancia que tiene para la región, tome y exija decisiones al respecto y sobre todo se especialice en un tema que se supone vital para la ciudad que, también se supone, ellos deben gobernar?.
¿Cuánto tiempo debe pasar para que todas las fuerzas políticas acompañen al poder municipal de turno a reclamar los cambios en materia de coparticipación que Mar del Plata merece por su carácter de ciudad que recibe más de dos millones de argentinos por año?.
¿Alguna vez sabremos mirar el inigualable cordón frutihortícola que nos rodea y trabajar para convertirlo en una industria de punta a nivel nacional que sepa aprovechar el inagotable mercado que el mundo nos ofrece?.
¿Saldremos alguna vez de la lógica mediocre de la pelea eterna con la empresa que recoge los residuos, los empleados municipales que exigen aumentos a cambio de muy pocos y malos servicios, las peleas deprimentes en el Concejo Deliberante, los comerciantes que quieren salvarse en dos meses, la invasión de marginales de todo tipo sin freno alguno, los negocios para pocos a cambio de servicios y construcciones berretas, la desidia ciudadana que colabora -y mucho- con la mugre que campea por doquier en Mar del Plata?.
¿Podremos alguna vez construir una agenda común que nos devuelva al debate del nuevo impulso y al trabajo por un nuevo salto de calidad?
Por eso era importante poner en cuadro la ciudad que tenemos; porque es muy distinta a la que mostramos.
142 años después tenemos futuro, aunque nos empecinemos en mostrar decadencia.
Y el tiempo, ante el avance de otras ciudades con mejor dirigencia y más compromiso ciudadano, no es eterno.
Ni es nuestro…