Por Adrián Freijo – Las discutidas, y a esta altura discutibles, PASO tienen para los marplatenses un significado esta vez muy especial. No solo elegimos candidatos; tal vez definamos el futuro.
La ciudad viene en caída libre desde hace muchos años. La pesca, el turismo, el comercio, los espacios públicos, los servicios en manos del estado, la calidad de la vida y la vivienda, son solo algunos de los espacios en los que se nota lo que a esta altura es inocultable: el fracaso del sistema de representatividad política en el cual venimos insistiendo, sin motivo alguno, desde 1983.
Todos estos items, y seguramente el que se le pueda ocurrir al lector, muestran hoy indicadores claramente más negativos que los que existían en los tiempos de la Dictadura. Si…todos…se enoje el que se enoje, algo bastante habitual en quienes por ceguera ideológica o por un espíritu mediocre de negación prefieren que de esto no se hable.
Si hasta el fracaso y/o desinterés en actuar y legislar en busca de una mayor seguridad pública ha logrado que los índices de muertes violentas superen aquellas siniestras estadísticas que dejó el malhadado Proceso de Reorganización Nacional y su política sistemática de violación a los derechos humanos. Hoy muere más gente en manos de los impunes delincuentes que hace 35 años en las de los impunes militares y sus socios civiles.
Sin embargo vemos como año a año se reciclan las mismas figuras, reaparecen nombres manchados por la corrupción y se manipula la voluntad popular desde un sistema que nos hace creer que elegimos a nuestros representantes mientras en realidad solo se nos permite optar entre los conocidos de siempre.
No es entonces el volver al autoritarismo lo que va a salvarnos, pero necesitamos encontrar nuevas y más modernas formas de representación que nos permitan seleccionar a nuestros gobernantes en libertad y en base a méritos.
Porque siguen las listas sábana, sigue la morosidad judicial que da espacio a personas sospechadas, procesadas y hasta condenadas para subirse a ellas; y terminamos todos siendo fiscales de luchas partidarias en vez de ciudadanos plenos que ponen en manos de sus representantes el manejo de algo tan delicado como es el erario público y común.
Por eso este domingo estaremos eligiendo algo más que candidatos para octubre. Tenemos que saber que es una buena ocasión para castigar con nuestro voto a quienes siguen vistiéndose en cada elección con el traje que más les conviene y darle paso, por fin, a nuevos dirigentes con nuevos proyectos y nuevas intenciones.
Y no se trata de «tirar a los viejos por la ventana»; no es una cuestión de edad, es una cuestión de trayectoria, de probada honestidad, de compromiso constante con lo propio y con lo ajeno.
Si seguimos por el mismo camino, llegaremos siempre al mismo lugar. Si nos dejamos atraer por la grieta, eligiendo «por los unos o por los otros», estaremos perdiendo no solo la chance de cambiar sino la de ser libres, con el criterio de libertad que nos grita en la cara la Constitución Nacional.
Por eso, amigo lector, en la soledad del cuarto oscuro piense en estas cosas y pregúntese si no es la ocasión de comenzar a ser lo que queremos ser y no lo que nos obligan los que se sienten nuestros dueños.
Se han quedado con nuestro presente, después de ajar nuestro pasado mintiéndonos hasta la historia que todos hemos vivido. Se adueñaron de las instituciones, se apropiaron del alma de la república. Nos conviertieron en esclavos de sus ambiciones…
¿Le parece poco?