Mar del Plata se encuentraabocada al debate de la sustentabilidad. Lo hace a partir de un proyecto urbanístico que recoge el desafío que enfrenta toda América Latina.
Caos vial en México. Calles prácticamente sin aceras en Guatemala. Transporte público deficiente en Caracas. Infraviviendas en Río de Janeiro. Barrios apartados e inseguros en Tegucigalpa. La lista de problemas de una típica ciudad latinoamericana podría seguir aumentando. Para Elkin Velásquez (Medellín, Colombia), director de ONU-Hábitat Latinoamérica, todo esto obedece a un crecimiento desordenado y poco planificado de las metrópolis, que se extienden horizontalmente a lo largo de kilómetros y kilómetros. Esta organización celebró ayer, por primera vez desde su creación en 1978, el Día de las Ciudades con un acto en Shanghái en el que se discutió la necesidad del desarrollo urbano sostenible.
“Europa se ha construido durante siglos y, por lo tanto, sus ciudades se ha ido adaptando a las necesidades de sus habitantes”, destaca Velásquez. En América Latina, en cambio, se consolidaron en los últimos 50 años con escasa planificación urbanística. Esto provocó que se crearan suburbios extensos, segregados y desconectados entre sí. En el otro extremo está África, donde solo el 30% está urbanizado, según datos de la ONU, y el 61,7% de la población subsahariana vive en barrios precarios. Las calles apenas ocupan el 2,2% del espacio metropolitano, mientras que en ciudades bien planificadas la cifra llega hasta el 35%.
En Latinoamérica una de cada cuatro personas que viven en zonas urbanas lo hace en asentamientos no planificados, lo que significa que están apartados de casi todo. Quienes viven en áreas alejadas del centro deben realizar largos desplazamientos para llegar a las escuelas, trabajos y hospitales. Y deben, además, viajar en un transporte público —generalmente en malas condiciones— o perder una media de tres horas diarias en coche. África encara un problema similar: una de cada dos personas vive en asentamientos. Sin embargo, ciudades como Egipto, Libia y Túnez se han puesto manos a la obra y han implementado proyectos para reducir el área de los suburbios.
“México es el ejemplo de una ciudad extensa, segregada y con un transporte colectivo ineficiente”, asegura el director. La capital azteca, con más de 20 millones de habitantes (Madrid tiene 3,2 millones), evidencia muchos de los retos que tiene América Latina. El primero, hacer la ciudad más compacta. En la región sueñan con una vivienda unifamiliar, dice Velásquez, y añade: “No hay suelo ni recursos energéticos suficientes. Las construcciones verticales empiezan a ser una necesidad”. El segundo, recuperar los espacios públicos. ¿Qué significa esto? Que tengan comercios, parques, transporte, escuelas, oficinas públicas y privadas, industria y una mezcla de clases sociales. El actual modelo de “planificación”, sin embargo, va por dirección contraria.
Pero hay lugares en los que las cosas ya están cambiando. Velásquez menciona algunos: “Santiago [Chile] tiene un plan para recuperar los barrios del centro y devolverles la vida. En Medellín [Colombia], el barrio Juan Bobo, que era considerado uno de los más inseguros hasta 2004, ha mejorado gracias a la creación de espacios públicos y viviendas dignas”. Estas ciudades se convierten entonces en ejemplo. En Port Moresby (Papúa Nueva Guinea) se han inspirado en el proyecto de lucha contra el crimen de Durban (Sudáfrica) y la gestión hídrica urbana en Katmandú (Nepal) es exportable a América Latina.
Velásquez lamenta que la reordenación de las ciudades no sea una prioridad para los Gobiernos. Eso sí, admite que algo va cambiando: “Hace 10 años ni siquiera se discutía acerca del desarrollo sostenible, y ahora algunas ciudades ya lo contemplan. Es un avance, aunque sigue siendo un reto para las grandes ciudades”.