Más del 85% de los vacunados en Mar del Plata son menores de 60 años. ¿Cuál es el criterio general utilizado y porqué se sigue mintiendo con eso de que los adultos mayores son prioridad?.
Argumentos habrá, y muchos; pretextos aún más. Pero como la única verdad es la realidad -decía Aristóteles con replay de Perón- los datos de Mar del Plata deben encabezar el ranking de la desvergüenza en la que poco a poco va convirtiéndose un operativo de vacunación que, digan lo que digan los cultores de la militancia como sinónimo de razón, seguramente emergerá en no mucho tiempo como un ejemplo mundial de lo que no debe hacerse. Algo que en tantos items y tantas veces caracteriza a este país colonizado por la corrupción y la nomenklatura política.
El listado de inmunizados que se desprende del SISA contempla la inmunización 6858 personas vacunadas. Del total, 2.887 son menores de 40 años, y 5.931 son menores de 60; es decir, el 86% de la población total vacunada.
El diario Clarín publica en su tapa de hoy lo ocurrido en nuestra ciudad como una muestra de toda la podredumbre que por doquier aparece en materia de vacunación. Y seguramente saltarán los cultores del fanatismo que esclaviza y a la vez se autojustifica, recordando que dicho medio es «el paradigma de los medios concentrados», «miente», «trabaja para desestabilizar» y por supuesto «es golpista».
Pero para sorpresa de ellos, también publican el listado de los privilegiados medios como La Voz del Interior, Mendoza OnLine, Infobae, Ámbito Financiero, El Cronista y centenares de portales de noticias de cuyo carácter opositor puede ciertamente dudarse. Y es que la contundencia de la información, con nombres y fechas de aplicación de la vacuna a amigos, militantes y familiares de encumbrados dirigentes, debería cerrar hasta a esas bocas que siempre están preparadas para emitir sonidos tan vacíos como malintencionados eximiendo de cualquier responsabilidad al sector político al que pertenecen. De uno u otro lado de la grieta…
Puede que la vergüenza de saber que unos pocos han resuelto salvarse a si mismos y a los suyos apropiándose de vacunas que en el resto del mundo son dirigidas a la población esencial y de riesgo, sirva al menos para poner en el centro del debate el criterio de la actividad militante. No podremos rescatar la república sin el concurso de los partidos políticos y no los habrá si se entiende por militancia a una masa tan descerebrada como rentada que no es capaz de llevar adelante las estrategias de su fuerza manteniendo sin embargo la conciencia crítica que la lleve a cuestionar lo que se haga mal y exigir, desde la movilidad interna, los cambios necesarios para mejorar a la dirigencia y a la doctrina.
Porque la militancia exige lealtad a esa doctrina y no a los mandamases. Y a lo que representa una línea de pensamiento solo se puede ser fiel...pensando. Lo demás es una vergüenza de tal magnitud que puede llevarnos a creer que quedarse con una vacuna ajena puede ser un acto de patriotismo. Y, de paso cañazo, aprovechar la volteada, poner el brazo y quedar al margen del peligro que vive el resto de la sociedad.
Y hacerlo, por supuesto, mientras gritamos que «la patria es el otro»….