Mirta Tundis y el alto precio de servir a dos patrones

RedacciónLa diputada que llegó a la banca por su defensa a los jubilados tiene ahora la triste misión de defender un proyecto de actualización que condena a la clase pasiva a la miseria. Lo sabe y lo calla.

Daba gusto escucharla hablar de los derechos de los jubilados y de todo lo que estaba dispuesta a hacer para defenderlos.

Ya apoyando la candidatura de Alberto Fernández, desde su pertenencia al Frente Renovador que lidera Sergio Massa, aseguraba que la prioridad de una eventual administración que los tuviese como protagonistas sería «recuperar los derechos de los jubilados, que han sufrido durante el gobierno de Macri todo tipo de atropellos».

«Buscaremos de entrada recomponer el haber mínimo para que se acerquen a la dignidad que les fue robada» afirmaba en diálogo con LIBRE EXPRESIÓN cuando lejos estaba de imaginar que este presente la encontraría apoyando una reforma del sistema de cálculo que condena a los jubilados a una pérdida sustancialmente mayor a la que ya tenían con el sistema del gobierno anterior (Ver: Mirta Tundis: «Los jubilados van a recuperar sus derechos»).

¿Con qué argumentos defenderá ahora un sistema de cálculo que condena a los jubilados a perder mes a mes poder adquisitivo y dignidad?, ¿qué cosa inventará Tundis para esconder su claudicación y su miseria?…¿existirá un pretexto válido para ocultar semejante defección?.

Tundis sabe, y no se anima a negarlo, que los aumentos por decreto otorgados por el gobierno que ahora integra representaron para los pasivos un retraso del 17% con respecto a lo que debieron cobrar con el cálculo que  correspondía a la fórmula aprobada durante el macrismo y que lo que ahora resultará del proyecto enviado por Alberto al parlamento será una pérdida del orden del 6/8% anual con respecto a la inflación, lo que servirá para asegurar la exigencia del FMI de bajar el gasto previsional en un 20% en un máximo de cinco años.

Un verdadero genocidio que esta mujer, que debe toda su vida política y su buen pasar al apoyo de millones de jubilados que creyeron en sus convicciones, parece ahora querer soslayar o directamente ignorar.

Lejos está su actitud de aquellos tiempos en los que dogmatizaba sobre el compromiso con los propios principios y refiriéndose a la fuerza que integraba nos decía «por suerte nos sacamos de encima a los desleales que habían venido a usar al Frente para sus propias aspiraciones, y que desde hace mucho tiempo estaban trabajando para acomodarse en otra expresión política. A ese tipo de personas cuando le dicen a la gente que buscan lo mejor para ella hay que contestarles que no, que lo único que les importa es su propio beneficio y que no tienen principios, ética y capacidad de entrega».

Casi como una confesión realizada en un túnel del tiempo que la empujaba a ella misma hacia el futuro.