Por Adrián Freijo – Termina Río 2016 y comienza el tiempo de las conclusiones. ¿Qué deja para la gente un acontecimiento semejante?. ¿Hay algo que nosotros podamos imitar?
Ya van quedando atrás los Juegos Río 2016 y con su final llega el tiempo de sacar las primeras conclusiones. Más allá de los deportivo, la organización de este acontecimiento mundial y el comportamiento de la sociedad civil como socia del estado es un punto que no deja de ser apasionante al momento de concluir sobre su funcionamiento.
No todos los cariocas estaban ni están de acuerdo con la organización de los juegos y aunque de ello hablaremos más adelante es bueno comenzar el balance diciendo que, salvo en puntuales y por cierto módicas expresiones, ese descontento no se notó ni en las calles, ni en los medios ni en el trato al visitante.
Las pautas reales a las que debemos atenernos, y que están directamente vinculada con la cultura de servicio que el carioca ha adquirido ante la contundencia de los números que la industria turística ha dejado a lo largo de décadas para Río de Janeiro, está vinculada al grado de satisfacción que turistas extranjeros y del propio Brasil tienen al momento de evaluar lo ocurrido y abandonar la ciudad con la decisión de retornar o no a ella alguna vez.
Una encuesta realizada por el Ministerio de Turismo indica un alto grado de satisfacción de los turistas con el trato y los servicios recibidos en la ciudad, lo que en un porcentaje sorprendente los incita a querer volver a vivir la experiencia Río.
La encuesta revela el perfil, gasto y el tiempo medio de los visitantes, además del índice de satisfacción con elementos como seguridad, transporte público, infraestructura y precios. De acuerdo con la encuesta, un 87,7% de los turistas extranjeros pretende regresar a Brasil y 94,2% de los brasileños tiene intención de volver a Rio de Janeiro.
Los aeropuertos fueron elogiados por el 94,6% de los turistas extranjeros y 91,6% de los brasileños. La seguridad también fue bien evaluada por el 88,4% de los visitantes internacionales y 87,1% de los nacionales, índices cercanos a los registrados por el transporte público, con el 86,6% de aprobación por parte del público internacional y el 82,1% del interno.
Números excepcionales pero que responden a una preparación por cierto meticulosa e inteligente del escenario principal de estos juegos.
Salud, seguridad y transporte fueron también en este caso evaluados como el sostén principal detrás del cual se esconde el éxito de Río 2016. Y en las conclusiones extraídas no puede estar ausente la necesidad de pensar seriamente en algunos de los aspectos organizativos para tenerlos en cuenta como posibilidades futuras para nuestra propia ciudad.
En materia de seguridad –sobre todo en la coordinación entre fuerzas armadas y de seguridad sin cuestiones jurisdiccionales que entorpezcan el funcionamiento- y en el complicado tema del transporte acerca del que además ya hemos escrito apenas pisamos Río de Janeiro, son tan variadas las conclusiones que deberán ser motivo de sendas notas específicas sobre ello.
La salud merece un párrafo aparte y seguramente, si es que alguna vez deja de ser trofeo de guerra de las disputas políticas, mucho podría aprender nuestro país y Mar del Plata en especial –en un tema tan trajinado por estas horas- del sistema de integración que desde la atención primaria hasta la alta complejidad de observa en Río de Janeiro con la articulación de la acción del estado nacional, el estadual (provincial) y por supuesto el local.
Creadas en 2009, o sea, el mismo año en que la ciudad de Río fue elegida como sede de los Juegos Olímpicos, las Clínicas de la Familia (equiparables en concepto –y solo en ello lamentablemente– con las fallidas UPA de Daniel Scioli) , tiene por objetivo la prevención y el diagnóstico precoz de enfermedades y forman parte de una gran reforma en el sistema municipal de atención primaria de salud iniciada aquel año.
Desde aquella ocasión, la ciudad recibió más de 100 Clínicas da Família; esas clínicas ya han beneficiado más de 3,5 millones de cariocas y permitieron que la cobertura de salud de la familia pasara de un 3,5%, en 2009, para un 55%, en 2016.
La estructura de la Clínica Sérgio Viera de Mello, en Catumbi, centro de Río, le sorprendió a la periodista estadounidense Emily Jensen. “Ya sabía que el sistema de salud en Brasil es universal, pero no esperaba encontrar una estructura de atendimiento tan ordenada, principalmente en la parte clínica”, afirmó Emily.
Claro que los propios cariocas dudan a la hora de responder a la pregunta fundamental de este periodista: ¿le sirven a la gente estos Juegos?.
Los Juegos Río 2016 le costarán al estado aproximadamente U$S 20.000 millones y solo se recuperarán en todo concepto U$s 4.500 millones. La pérdida total será de aproximadamente U$S 15.000 millones.
Tal vez por eso –y seguramente hasta que puedan percibir con los cinco sentidos si las monumentales obras de infraestructura suponen un mejoramiento en la calidad de vida- el 63 % de los habitantes de Río de Janeiro tienen una visión negativa o de duda acerca de la utilidad futura de los mismos, lo que abiertamente choca con aquella satisfacción de los visitantes.
Dos valores entonces que como primera conclusión podemos rescatar de este tiempo olímpico: el humano y el organizativo. Y a partir de ellos un inmenso abanico de posibilidades para imitar, adaptar y convertir en proyectos concretos para Mar del Plata; más allá de cualquier mega acontecimiento.