Mons. Marino exigió políticas públicas para reactivar el puerto

El obispo de Mar del Plata abogó por políticas públicas que le permitan al puerto local volver a ser eje del crecimiento económico y de la promoción social.»Recuperemos la memoria» dijo.

Ayer por la tarde se realizó la tradicional procesión con motivo de la fiesta de San Salvador. A las 11, como todos los años, se realizó la misa en la parroquia Sagrada Familia y San Luis Orione del puerto marplatense por los pescadores fallecidos y sus familiares. Por la tarde, monseñor Antonio Marino encabezó la procesión que partió desde el mencionado templo hasta la banquina de los pescadores junto a la imagen de San Salvador y la de la Virgen de Lourdes. Se hicieron presentes el delegado municipal del puerto, miembros de prefectura Naval y de las fuerzas vivas de la ciudad; pero por sobre todo cientos de fieles y pescadores junto a sus familiares para honrar a su patrono: San Salvador.

La procesión partió desde la parroquia, hasta llegar al corazón de puerto marplatense, allí se detuvo en la puerta de la Prefectura Naval, donde monseñor Marino hizo una bendición; luego se dirigieron al monumento al pescador y allí también oraron . Minutos después, la imagen de San Salvador fue colocada en la lancha «Don Franco», donde también subió el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino junto al párroco de la Sagrada Familia, el presbítero Hernán David, otros sacerdotes y decenas de fieles. Muchos otros acompañaron la procesión náutica junto a sus familias en otras «lanchitas amarillas». Uno de los momentos más emotivos se vivió luego de la bendición de las aguas, donde se arrojaron ofrendas al mar recordando a los pescadores fallecidos.

Retornando a la banquina, el obispo hizo la bendición de los frutos del mar, y leyó el mensaje que preparó para los pescadores. «Al término de esta procesión náutica, en honor de Nuestro Señor Jesucristo, celebrado bajo la advocación de San Salvador, dirijo unas sencillas palabras de felicitación y aliento a la comunidad pesquera de este puerto de Mar del Plata. Ante todo, mi felicitación por mantener la tradición inaugurada hace ochenta y ocho años por el P. José Dutto, de la comunidad de los Padres orionitas, quienes desarrollaron en esta zona del puerto una notable labor pastoral y cultural al mismo tiempo, obra evangelizadora y profundamente humana.

Mantener una tradición no es sólo cuestión de nostalgia, sino momento de inspiración que brinda un nuevo impulso para iluminar el presente con sus problemas y abrir un horizonte de esperanza hacia el futuro.

La tradición que hemos reeditado nos trae el mensaje siempre renovador de la fe cristiana y católica que mira al Corazón de Cristo como fuente y modelo de amor, principio fundante de toda sociedad sana, fraterna y solidaria. Al llevar por el mar la imagen histórica del Sagrado Corazón, nos conmueve sentirnos acompañados por su capacidad de comprensión y misericordia en el ejercicio de este trabajo exigente y riesgoso.

Él es el Dios cercano, hecho uno de nosotros. Dentro del grupo de los Doce, eligió a varios que ejercían este oficio. También hoy sigue acompañando a cuantos al trabajar en la pesca se esfuerzan con honestidad por ganar el pan para sí, y también a quienes con su esfuerzo cotidiano generan trabajo para los demás.

Junto con mi sincera felicitación para los organizadores que mantienen viva la antorcha de la fe, va también mi voz de aliento para el complejo mundo de la comunidad portuaria. Cuando hablamos del puerto de Mar del Plata nos referimos a una zona de rasgos urbanos bien característicos, y sobre todo de fuerte personalidad en sus gentes, en su mayor parte de origen italiano. Estos descendientes, desde niños han visto a sus mayores trabajar con perseverancia y mucho esfuerzo, haciendo frente a dificultades para alcanzar objetivos que darían importancia decisiva a esta parte de la ciudad.

La cultura del trabajo, la pujanza y la capacidad creativa para emprendimientos familiares, son un legítimo título de gloria que pueden exhibir los antepasados y los actuales descendientes de aquellos inmigrantes.

Pero hoy estamos ante una situación difícil de ocultar. El deterioro del puerto es manifiesto y tras un elemental análisis de las causas, resulta claro que podemos hablar de indiferencia hacia este sector de la economía. Los esfuerzos aislados de los distintos actores de la actividad pesquera no pueden ser suficientes para encontrar caminos de solución a los problemas crónicos que la afectan. La situación actual reclama el planeamiento de políticas públicas, a cargo de las autoridades de la Nación y de la Provincia, que favorezcan de manera decidida esta actividad que es vital en la economía de la región. A nadie escapa que la pesca dinamiza muchas actividades, es generadora de trabajo y de ella depende el bienestar o la penuria de muchos trabajadores.

Con tristeza debemos decir que desde hace años, Mar del Plata tiene los índices de desocupación más altos del país, con la deplorable secuela del deterioro del tejido social. Estos actos festivos simultáneamente religiosos y civiles, ponen ante nuestra vista el camino a seguir. La imagen del Sagrado Corazón que domina el puerto desde la escollera y preside el barrio desde lo alto del templo de la Sagrada Familia, nos habla de amor solidario. Y esta procesión náutica nos trae el recuerdo de numerosas familias cuyos apellidos han sido y siguen siendo sinónimo de capacidad de emprendimiento, esfuerzo, perseverancia en la adversidad, promoción humana y cultura del trabajo. Recuperemos la memoria, pongámonos de pie, para seguir haciendo de este puerto un verdadero emblema de la ciudad. Con mi bendición para todos», concluyó monseñor Marino en sus palabras.

Luego del mensaje, y para finalizar esta celebración en el marco del cierre de la #34° Fiesta Nacional de los Pescadores», el tenor Alejandro Brunengo deleitó a todos con canciones como el “Ave María” y “O sole Mio” y finalmente cantó la señora Teresa, integrante del Coro del Santuario Jesús Misericordioso.