Mourelle lo hizo: el gabinete de Arroyo ya es un todos contra todos

Por Adrián FreijoAcusaciones cruzadas, crispación, llamados a la prensa con datos «de fuente reservada», amenazas de renuncia y datos de corrupción. Todo es válido a la hora de «salvarse».

Esta semana amaneció con datos inequívocos sobre el ocaso del hasta ayer omnímodo poder del Secretario de Hacienda Hernán Mourelle.

A la reunión del intendente con el empresario teatral Carlos Rottemberg, al que le prometió no oponerse al decreto del HCD dejando sin efecto el cobro de tasas por publicidad y aceptando una condonación de la deuda que las empresas mantienen con el municipio, le siguió la aparición del Subsecretario de Seguridad, Marcelo Lencina quien reconoció que los equipos de comunicación motivo de una denuncia de la Defensoría del Pueblo por estar guardados y sin uso,aunque el municipio debe pagar un alquiler por tecnología similar, llegaron a la municipalidad hace 13 meses y que pese a la necesidad de la Policía Local de contar con ellos fueron inmovilizados por una orden directa del cuestionado Mourelle. Ambas noticias fueron comunicadas a la sociedad sin cuidar en lo más mínimo la figura del funcionario, en un inequívoco mensaje que dice a quien quiera escucharlo que ya no cuenta con el apoyo irrestricto del jefe comunal.

Mientras esa es la lectura de todos en la cercanía de Arroyo, el hombre llegado desde Lanús parece querer vender cara su caída: utiliza a su muy bien paga escudería de prensa amiga para lanzar todo tipo de conjeturas que él cree que lo fortalecen y también para multiplicar sus declaraciones en contra de los empresarios, de los concejales y todo aquel que ose cruzarse en su camino.

Claro que la respuesta a estas maniobras mediáticas no se hace esperar: sus enemigos dentro del gabinete se comunican entonces con otros medios y otros periodistas para llenarlos de «off the record» sobre las andanzas del secretario y sus laderos. Las palabras «negocios», «corrupción», «traición» y «renuncia» son por estas horas las que más cotizan.

Puertas adentro del gabinete ya son varios los que se disponen a clavar las banderillas al embestidor serial. Lo perciben débil y suponen llegado el momento para sacarlo definitivamente de la cancha.

Claro que desconfían de los insólitos cambios de humor de Arroyo, del que dicen por lo bajo que «está perdiendo peligrosamente contacto con la realidad».

«A la mañana da una orden y cuando esta comienza a implementarse sale con otra cosa totalmente distinta» sostienen. Y ponen como ejemplo lo ocurrido con la criticada tasa a la publicidad en los teatros: «él ordenó el cobro y exigió que le diesen todos los instrumentos legales para justificarlo y, de la noche a la mañana, da marcha atrás, recibe a Rottemberg y le anuncia que no solamente no deberá pagar nada más sino que le condona la deuda existente a la fecha» afirman entre sorprendidos e indignados.

«Nos pone a unos contra otros, vive entre marchas y contramarchas» afirman. «Aunque últimamente la sensación que todos tenemos es que se trata de algún problema mental que lo lleva a olvidarse de lo que él mismo nos dice que a un intento de política pendular que además, de ser cierta, le sale desastrosamente».

Mourelle, que sabe como hacer daño, resolvió ahora emprenderla contra la propia gobernadora María Eugenia Vidal. «Si quiere ayudar a los teatros que les de un subsidio» propone. «Pero que no se meta con la política tributaria del municipio. ¿Porqué tengo que cobrarle a los verduleros, a los ferreteros y a todos los que trabajan y no a estos empresarios golondrina que vienen por tres meses y se llevan millones?» se pregunta no sin picardía.

Aunque su paciencia también parece llegar a un límite: «me voy a casa» le dijo esta mañana a uno de sus más cercanos colaboradores.

Por ahora lograron convencerlo…pero nadie duda de que el hombre transita sus últimas horas en el gobierno local.

Claro que al partir dejará una estela de peleas, enfrentamientos y divisiones difíciles de resolver cuando la meta, ya lejos de una segunda etapa en la carrera por el poder, se avisora a la  vuelta de la esquina.