Mina llegó a casa pocos meses antes de mi nacimiento. Venía de Tres Arroyos y buscaba trabajo en una casa de familia. Pero no le gustaban los chicos así que avisó que se quedaría con nosotros hasta mi nacimiento «para darle una mano a mi mamá» que y por entonces, con su avanzado embarazo, lidiaba con mi hermano mayor que tenía muy pocos meses de vida.
Cuando llegué a este mundo Mina aceptó estirar su presencia «hasta que la señora pudiese organizarse». Pocos meses después se supo que un tercer bebé estaba en camino. «No la voy a dejar en la estacada», dijo la noble mujer y se dispuso a esperar la llegada de mi hermano menor pero seguía insistiendo en que no le gustaban los chicos y que una vez organizado ese pequeño caos familiar seguiría su camino.
Murió entre nosotros medio siglo después…
Había nacido un 1° de mayo de 1905 y toda su vida fue de trabajo, de lealtad, de amor. Mina era para nosotros tres esa persona que nos sacaba a pasear, nos llevaba al cine y al colegio, cocinaba nuestros platos preferidos, escondía nuestras travesuras aún a riesgo de cargar ella con las culpas.
Cuando ya no tuvimos edad para necesitar una niñera cuidó de mi abuela con una dedicación que emocionaba y seguramente difícil encontrar en esta época.
En los últimos años de vida de Laly -mi abuela- Mina ponía el despertador cada una hora para comprobar si «la señora» dormía bien. Se agachaba sobre su rostro y controlaba que la respiración fuera normal y todo estuviese en orden.
Cuando Laly murió se quedó conmigo y se convirtió en mi confidente, mi amiga y testigo de tiempos difíciles y momentos felices. Ella también sufrió aquellas violencias, el atentado en mi casa, las privaciones económicas y los tropiezos familiares.
Nunca se quejó, nunca… en ninguna circunstancia puso su bienestar e interés por encima de ninguna cosa. Cuando me fui a La Rioja quiso venirse con nosotros. Tenía más de 80 años y nada aconsejaba aquel viaje para alguien de su edad. Cuando se lo expliqué me dijo: «¿qué me puede pasar?, ¿morirme?… dejame que me muera cerca de los que quiero».
Y allí se fue, con nosotros, feliz. La tranquilidad de la provincia y el clima seco le devolvieron 20 años de vida. Y seguía trabajando… cuidando a mis hijas, preparándolas para ir al colegio… cubriéndolas en sus travesuras con la misma sabiduría y complicidad con lo que muchos años antes lo había hecho con nosotros.
En sus últimos tiempos se reía cuando yo le recordaba aquella falta de gusto por los chicos y también con el hecho de haber logrado que yo tuviese niñera hasta casi los 50 años.
Se fue con la misma serenidad con que había vivido. Casi en puntas de pie…
Cada día, cada mañana, cada noche la recuerdo en mis oraciones y le pido a Dios que le de el descanso que se ganó en una vida de trabajo, amor y entrega a los demás
Belarmina Rodriguez (Mina) nació un 1° de mayo… y vaya si entendió el mandato de la fecha que le reservó el destino.
Tal vez llegue a saber que dejó en muchos de nosotros una huella de amor y una lección de vida.
Tal vez…
Nota de Adrián Freijo publicada el 1 de mayo de 2020