NO MATARÁS

Un hecho luctuoso que conmueve a la comunidad de Santa Clara del Mar y que costó la vida de un apreciado vecino del lugar es sin embargo motivo suficiente para que todos reflexionemos acerca del escaso valor que hoyi tiene para nuestra sociedad la vida humana

 

“Tito” Arriagada, herrero y músico de Santa Clara, había viajado hasta Mar del Plata para hacer una compras y cuando transitaba por Tejedor, en cercanías a Parque Camet, atropelló con su vehículo a un perro que se cruzó.  Arriagada se bajó del auto y enseguida fue increpado por un hombre que lo golpeó brutalmente, según informaron sus familiares. Tras la golpiza, el herrero fue internado en el HIGA donde tras varios días de agonía, falleció.

Esta fue al menos la primer versión de los hechos que terminaron con la vida de este hombre al que todos quienes lo conocían definían como una buena persona, afable y sobre todo sensible a todas las expresiones de la vida humana.

El hecho de haber intentado socorrer al animal al que involuntariamente había atropellado parece pintarlo de cuerpo entero.

En las últimas horas aparecieron otras miradas sobre el tema, que hablan de un motociclista que por las condiciones adversas del clima no vio a Arriagada sobre la ruta, lo embistió causándole las mortales heridas y huyó.

Si bien será la justicia la que podrá llevar luz sobre las verdaderas circunstancias, cualquiera de las dos opciones nos ponen frente a una sociedad en la que la vida humana tiene cada vez menos valor.

Si lo ocurrido se condice con la primer narración será un homicidio causado por alguien que no entiende las verdaderas razones de la vida misma y es capaz de matar a un semejante por un accidente involuntario que tuvo como víctima a su perro.

Si por el contrario las cosas son como ahora parecen ser, nos toparemos con alguien que no dudó en dejar tendido sobre la ruta a un ser humano y escapar para lavar sus responsabilidades.

¿Cuál sería entonces la diferencia?, ¿no encontraríamos en este hecho una explicación de esa violencia asesina que siempre endilgamos a la delincuencia y sin embargo pareciese ser la tónica de una sociedad muy enferma?.

Todos los días recogemos en las crónicas casos de muertes innecesarias en hechos delictivos que nos asustan, nos condicionan y nos ponen a la defensiva como si estuviésemos en una guerra.

Pero con la misma habitualidad nos enteramos de pequeños incidentes entre vecinos, o en simples cuestiones de momento, que también terminan trágicamente de la mano de reacciones desmedidas, imprudencias inaceptables o vaya a saber que otra nimiedad.

La muerte de Arriagada –sin importar el desenlace de la investigación- debe llevarnos entonces a reflexionar acerca de la violencia que se ha adueñado de nuestras vidas y preguntarnos el porque de tanto odio por el otro y por la exaltación del ánimo que nos lleva a demostrarlo de la peor forma.

Porque pareciera que estamos caminando en sentido contrario a la civilización…y eso nunca es bueno