¡NO TENÉS COPILOTO GOROSITO!

Carlos Arroyo tiene ganas de lograr trascendencia histórica. Libra batallas en la que caen hombres, desembarca en Normandía, y ahora tiene a Dios de copiloto. ¿Y si prueba con gobernar?.

Los municipales de paro, la ciudad llena de residuos, el malestar creciente de una población que asiste azorada a un semestre de marchas y contramarchas, renuncias y escándalos, funcionarios esposados en un camión celular o paseando por playas norteamericanas sacándose fotos junto a una heladera para tratar de convencernos que estaban conociendo(¿¿¿???) el sistema de salud.

Mientras todo esto ocurría el intendente libraba imaginarias batallas, comandaba épicos desembarcos y equiparaba a sus hombres, presos o renunciantes, con soldados caídos bajo el fuego enemigo.

Un verdadero disparate que además trajo en su torpeza daños colaterales a su propia gestión.

Enfrentado con la gobernadora, con su propio compañero de ruta hoy al frente del cuerpo deliberativo y hasta con Mauricio Macri, este Tartarín de Tarascón moderno terminó financieramente asfixiado, jaqueado por sus aliados (más que por una oposición harto razonable) y con el cuartel -perdón, municipio- prácticamente intervenido, o al menos monitoreado desde Buenos Aires.

Ahora, en el medio de una jornada en la que una vez más aparecen las consecuencias de la improvisación, un raro hecho de intimidación con una pintada en la puerta de su casa lleva al jefe comunal a acuñar otra de sus frases para la posteridad: «tengo a Dios de copiloto».

Más allá del privilegio de manejarle el auto al «number one», sería bueno que Arroyo prestase atención a la hoja de ruta que su barbado acompañante pudiera ir marcándole. Todos sabemos de su inmensa piedad y sabiduría y tal vez le muestre el camino para no estrellarse con el auto si insiste en manejar a los volantazos.

Porque así como son inescrutables los caminos del Señor (copiloto a la sazón) son predecibles los de quien maneja el volante. Y no parecen acercarnos a un destino deseado…

Solo, desembarcado o acompañado…