Once Unidos: un asalto que desnuda la paradoja argentina

Por Adrián FreijoEl club de Parque Luro representa mucho de lo que la sociedad persigue. Esfuerzo común, creatividad, sacrificio y éxito. El asalto sufrido se convierte entonces en paradoja.

La paradoja es esa figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones que aparentemente envuelven contradicción. Por ejemplo: «porque hacemos las cosas bien la sociedad, organizada en el estado, nos deja librados a nuestra suerte»,

Once Unidos arrancó del mismo lugar desde donde lo hicieron tantos otros clubes deportivos y sociales de la ciudad. Muchos lograron avanzar, otros tantos quedaron en el camino, algunos languidecen detrás de una realidad decadente y angustiosa pero todos ellos intentan sobrevivir para mantener vivos los sueños fundadores.

Pero ninguno como aquel que hoy nos ocupa logró crecer exponencialmente como lo hizo «el Once» durante los años más duros de la Argentina partida al medio. Ninguno…

Una conjunción de soñadores con los pies en la tierra, de respeto al afiliado, de constante incorporación de actividades, de sana administración y de claridad de objetivos lo puso a la cabeza de las instituciones locales y lo convirtió en ejemplo a seguir cuando de crecer y multiplicarse se trata.

Basta con recorrer el club para maravillarse y conocer a sus dirigentes y socios para entender, en una sola mirada, la razón de esa sensación. Respeto, integración, espíritu familiar, cuidado de las instalaciones y sensación de pertenencia son las claves que explican ese crecimiento sostenido que hoy parece no tener techo.

En las últimas horas el club fue víctima de un violento asalto y, si bien ello no es nada nuevo en este presente de inseguridad que vivimos los argentinos y que tiene a Mar del Plata como uno de sus epicentros, no podemos dejar de reflexionar que lo ocurrido a Once Unidos en alguna medida nos ha pasado a todos.

Ya es inevitable trazar la raya divisoria entre ellos y nosotros. Entre los cultores de ese facilismo que ni siquiera descarta el delito para resolver sus necesidades y esa parte de la sociedad, hoy en peligroso repliegue, que sigue soñando, trabajando, creando y creyendo que un futuro mejor es posible.

Esa parte de la sociedad que no encuentra respuesta en las instituciones. Que recurre a la policía para solo recibir pretextos, a la justicia para ser zambullida en el túnel del tiempo y la burocracia y a la política para ser prontamente rechazada por la indiferencia.

Ya no se trata de la pobreza; pero si se trata de señalar con fuerza la diferencia que existe entre el que es pobre y busca salir de ese encierro vital a través del trabajo y el esfuerzo y el que lo hace tomando el atajo del delito, despreciando bienes y vidas ajenas. No es lo mismo una cosa que la otra…no es lo mismo.

«Hay que agradecer que fue sin víctimas; es increíble que pasen estas cosas y uno tenga que estar contento«, señaló Horacio Taccone, presidente de la institución y padre de quien sufrió la peor parte del violento ataque. Y esa sensación de estar en manos de Dios y lejos de quienes deberían protegernos es la que nos acompaña a todos cada día de nuestra vida.

Es claro que Once Unidos va a seguir adelante, va a continuar creciendo y seguirá siendo el club ejemplo que todos conocemos. Pero ya es tiempo que alguien, de los tantos que mes a mes cobran su sueldo para cuidar de los ciudadanos, comience a pensar que ha llegado la hora de poner esta mesa que está patas para arriba en la posición que la convierte en útil.

Para que los que insisten en hacer las cosas bien y progresar no terminen creyendo que no vale la pena intentarlo y que todo se ha convertido en una insoportable paradoja…