(Escribe Adrián Freijo) – El resultado de las elecciones en la capital dejan lecturas que el líder del PRO no podrá dejar de tener en cuenta. Las dificultades de leer la realidad desde las encuestas.
No todo es siempre como parece ni la primera lectura es la más aconsejable. Al menos para tomar decisiones que cambien el rumbo de los problemas.
Mauricio Macri tomó muchas decisiones equivocadas; demasiadas. Salvo que el resultado final de este interminable proceso electoral demuestre que estamos frente a un fino constructor político, lo ocurrido en Santa Fe -apostando todo a manos de un improvisado como Miguel del Sel que además terminó creyéndose ganador antes de tiempo y abrió la boca para espantar a cualquier moderado que estuviese dudando- y el ajustado triunfo en las elecciones porteñas, hacen sospechar que mucho va a tener que revisar para lograr esa polarización que hoy aparece como la única alternativa para derrotar a Daniel Scioli.
El oportunismo de Massa o la ensoñación de Sanz al pretender que lo ocurrido los beneficia serán seguramente primavera de un solo verano.
Creer que la gente se abrazará a ellos porque Rodriguez Larreta era un mal candidato o porque Mauricio parece no convencerse que el ecuatoriano Durán Barba ha cumplido un ciclo y que ha perdido contacto con la realidad argentina, es una clara demostración de porque la UCR está como está y también de como puede dilapidarse un capital electoral como el que el tigrense tenía después de 2013 y que consideró escriturado en una sociedad tan cambiante como la argentina.
Martín Lousteau, hoy convertido en la figurita política nacional, puede caer en el mismo error en el que cayó Massa. Solo una parte de los votos cosechados le pertenece y tal vez al momento del balance pese más su incapacidad de trabajar para un proyecto que exceda lo personal que la fotografía de una noche triunfante…en la derrota.
Daniel Scioli se apresuró en iniciar contactos con la estrella fugaz y ya en la madrugada de este lunes le avisaron desde Olivos que la furia de Cristina era imparable. «Ni se te ocurra» le dijeron, «el límite es Lousteau». El recuerdo de la 125 aún está intacto.
Si Macri es capaz de comenzar a hablar de política y dejar de seguir los consejos de consultoras que fueron todas ellas las grandes perdedoras de la jornada electoral, puede todavía enderezar una campaña que sus propios errores ha convertido en perdedora.
El domingo de votaciones dejó en claro que los votos son de la gente y que su empecinamiento en cerrar las puertas del PRO a cualquier acuerdo con otros sectores de la oposición no le gustó al electorado.
La pelota está en su campo, y tal vez ahora entienda la diferencia entre ser directivo de un club y ser jugador de fútbol.
Tiene que jugar…¿entenderá el juego?