Paro nocturno del transporte: la perfección de lo corrupto

Por Adrián FreijoHace más de 20 días que la ciudad queda sin transporte durante toda la noche. El mismo tiempo le lleva a los actores del poder montar un espectáculo de silencio, vergüenza y corrupción.

Habría que bucear en la historia para encontrar un período de irregularidad en la prestación del servicio urbano de pasajeros semejante al actual. Y seguramente no lo encontraríamos…

Durante más de 20 días los empresarios, una vez más con la complicidad de las autoridades del sindicato y los responsables oficiales, dejaron a Mar del Plata sin servicio nocturno, privando entre tantos otros a los trabajadores esenciales -los que se ubican en la primera línea de la lucha social en esta emergencia sanitaria- de la posibilidad de llegar a sus trabajos.

Y sin embargo…nadie ha hecho nada.

Y ya es tiempo de deslindar las responsabilidades que a cada uno de los actores de este burlesque les cabe en la trama. Comenzando por los concesionarios, que con el paro logran equilibrar un tanto las cuentas de sus empresas. La noche no es rentable, pero dejar a las unidades paradas durante ocho horas diarias les sirve para compensar los números; sobre todo porque siguen cobrando los subsidios y al mantenerse la ecuación «pasajero-kilómetro», en vez de la única que aparece como razonable y es el pago por kilómetro recorrido, es poco lo que restan a la rentabilidad general.

En segundo lugar los directivos de la UTA que, bajo el pretexto de defender los derechos de sus afiliados, aceptan que decenas de trabajadores queden parados durante tanto tiempo con el daño que ello va a representar a sus ingresos. La extensión del conflicto y la disminución del servicio tiene impacto directo sobre las horas trabajadas y el salario de bolsillo que recibirán por el período. No en vano el descontento dentro del gremio crece cada día en forma exponencial, algo que fue notorio durante el reciente conflicto que mantuvo parado al sistema durante varios días en forma total.

El municipio también tiene una fuerte responsabilidad en lo que ocurre. Pero no sería justo posar todas las miradas en el intendente Guillermo Montenegro, ya que la función de control y sanción se está llevando adelante con la aplicación de multas varias veces millonarias por incumplimiento del pliego.

Pero es el Concejo Deliberante el que está obligado a meter manos en la cuestión y, de ser necesario, proceder  la caducidad de la concesión y a un nuevo llamado a licitación con un pliego mucho más cristalino, más rígido y menos amañado que el que se aprobó para entregar el monopolio del servicio en manos de aquellos que durante décadas abusaron de la sociedad e hicieron del apriete y el chantaje una mecánica de trabajo constante y perversa.

¿Qué hacen los representantes del pueblo para defender a sus mandantes?, ¿alguien ha visto que desde el HCD se realice alguna acción de peso, determinante, responsable para terminar con este estado de cosas?. ¿Puede sorprender entonces que frente a este tipo de atropellos la sociedad siempre pose una mirada de sospecha sobre aquellos a los que ha elegido para que garanticen sus derechos?.

Recurrir al Ministerio de Trabajo para una resolución es de un cinismo o una falta de seriedad inocultables: hace mucho que ese organismo demuestra una supina incapacidad para resolver nada, limitándose en el mejor de los casos a ejercer algo así como mediaciones tibias y protocolares que siempre dejan la cuestión en manos de los interesados. Y que en la vergonzosa historia del transporte público local ya ha demostrado que no sabe, no puede o no quiere hacer nunca nada que sea útil al conjunto de la sociedad.

El conflicto se extiende, las respuestas no aparecen y una vez más los derechos ciudadanos huyen por la puerta de atrás sin encontrar alguien que esté dispuesto a priorizarlos.

Y empresarios, sindicalistas y políticos siguen manejando la vida de la gente como si se tratase de esclavos, enriqueciéndose sin freno en una sociedad que se empobrece al mismo ritmo y preparándose para desempolvar el discurso de los derechos ciudadanos para cuando sea menester volver a mentir, volver a negociar y volver a engañar.

Mientras tanto, del transporte, de la angustia de quien se queda de a pie tratando de llegar a su trabajo o a su casa en medio de la noche, la oscuridad, el frío y la inseguridad, nadie se hace cargo.

De eso…no se habla.