Paseo Aldrey: cuando la obsesión se disfraza de acción de gobierno

Por Adrián FreijoEn el momento más complicado , cuando el hombre común no sabe como va a derivar su vida, su trabajo y su seguridad, algunos pierden el tiempo en sus inquinas.

Este tema del nombre del centro comercial, de los carteles y de todo lo que ha ocupado la mayor parte del tiempo del intendente en los últimos meses ya deja de ser una nota de color para convertirse en un verdadero papelón. Y en una clara demostración de que algunos funcionarios siguen sin entender por donde pasan las preocupaciones de la gente.

Sin esperar un fallo firme por parte de la justicia, que seguramente tendrá cosas más importantes para atender, el intendente Carlos Arroyo sigue con esta especie de acoso administrativo que parece no tener límites. Ahora intima a los medios de comunicación a no nombrar al lugar como Paseo Aldrey, dedicando horas de trabajo de sus asesores legales a redactar largas peroratas jurídicas tratando de evitar lo que ya se impone por fuerza de la costumbre.

Como decirle «iglesia San Pedro» a la catedral de los Santos Pedro y Cecilia, o iglesia Don Bosco a la que en realidad se llama San Pablo, o Museo de Ciencias Naturales al que lleva por denominación Lorenzo Scaglia. Sin olvidar la cantidad de años en los que marplatenses y turistas denominaron Playa de los Ingleses al paseo Varese.

Bueno…aquí cerca se llama «Casa Rosada» a lo que realmente se denomina Palacio de Gobierno y «Plaza de Mayo» a la bautizada como Plaza de la Victoria. Y a nadie se le ocurre prohibir que la gente denomine a ambos sitios históricos como los sienten.

Es sabido que el derecho de costumbres es anterior al derecho positivo: primero el hombre asume normas de convivencia y solo después las pone por escrito. Nunca al revés.

No es persiguiendo, intimando o amenazando que las cosas se graban en el inconsciente popular; por el contrario la gente denomina a cada cosa como realmente lo siente o como su recuerdo -inmediato o mediato- lo indica.

¿Va a intimar Carlos Arroyo a todas las líneas de transporte urbano que tienen en su recorrido la denominación Paseo Aldrey?, ¿o a las empresas de turismo que así lo llaman al presentarlo como uno de los puntos de interés de Mar del Plata?. ¿Multará a la gobernadora Vidal que se ha referido al lugar con el «nombre prohibido»?.

Denominar al viejo edificio como «Centro Cultural Vieja Estación Sur» parece a todas luces correcto y a ello nadie se ha opuesto; ni el empresario que llevó adelante el emprendimiento y bautizó al paseo comercial con su nombre. Esa otra zona es una historia diferente ya que no surge en ningún momento de la ley de traspaso que deba llevar el nombre histórico. De hecho la concesión agregaba la posibilidad del emprendimiento comercial como complemento a la millonaria inversión que representaba reciclar un viejo edificio derruído y cuyo destino no era comercial. Salvo un filántropo  nadie destinaría semejante cifra por simple amor al pasado; o al menos en el momento de resolver el tema no apareció.

Si para la gente se llama Paseo Aldrey, puede el intendente berrear, movilizar grúas, amenazar y/o pararse en la puerta del lugar y entregar a cada visitante el mamotreto de papeles que lleva escritos para conseguir lo que cree será una demostración de poder. Pero de nada va a servirle…

La cuestión ya está en el ámbito que debe estar, la justicia, y no tiene sentido alguno tratar de que los hechos consumados suplanten lo que ella vaya a decidir. Ojalá que cuando ocurra no represente que los marplatenses tengan que pagar los daños y perjuicios devengados de un capricho.

Porque si ello pasa es muy posible que el resultado se parezca mucho al fondo de esta cuestión. El intendente se llamará Carlos Arroyo…pero en boca de los ciudadanos tendrá otro nombre.