Por Adrián Freijo – En contrario al recorte de las obras por Participación Público Privada (PPP) se acelera en todo el país el sistema de Pago al Periodismo Prostibulario (PPP). Es lo que hay.
Dentro del ajuste propuesto por Nicolás Dujovne para combatir el déficit fiscal no son pocas las obras que se pensaba encarar con el sistema PPP (Participación Público Privada) que serán postergadas para mejor ocasión. Alguna de ellas afectan directamente a Mar del Plata como la correspondiente al Plan Federal de Transporte Eléctrico: la interconexión entre la estación transformadora de Bahía Blanca y Vivoratá que acercaría mayor potencia instalada a nuestra ciudad, hoy al límite de sus necesidades básicas en la materia.
El recorte afectará también a obras previstas por el mismo sistema en los diferentes corredores viales y generará demoras en la culminación de las orientadas a resolver la provisión gasífera que hoy nos tiene en estado de emergencia.
Estas PPP, al menos, parecen destinadas a pasar a la historia. Al menos por ahora…
Pero hay otras PPP que gozan de buena salud y son las referidas al Pago al Periodismo Prostibulario: se multiplica en estos días la circulación de planillas oficiales del municipio en las que aparecen pagos escandalosos a periodistas locales que son justamente los que con mayor enjundia defienden la cuestionada gestión de Carlos Fernando Arroyo, cubren de elogios la figura de Hernán Mourelle y pretenden instalar un apoyo masivo a la gestión descalificando a toda la oposición, generando sospechas sobre dirigentes políticos y gremiales y operando a favor de quienes casualmente disponen de caja para semejante erogación.
Los montos involucrados superan largamente cualquier antecedente existente en la materia y en muchos casos rozan la ridiculez cuando se evalúa el peso real del periodista «contratado» en la opinión pública, aunque el vicio de la compra de opiniones supo conocer no hace tanto el color naranja y hoy solo ha trocado al verde limón.
Como en tantas otras cuestiones, pareciera que entre Cambiemos y el anterior gobierno hay demasiadas zonas en común: comprar opinión publicada es seguramente una de ellas.
Mientras tanto millones de pesos que luego faltan a la hora de atender las necesidades de la gente se escurren en los bolsillos de periodistas que pretenden engañar, ocultar y orientar a la opinión pública. Vicios de una profesión decadente que pierde a pasos agigantados la credibilidad que supo tener otrora y que hoy se suma a la larga cola del desprestigio que da vueltas por la Argentina.
Negocio de unos pocos vivos, financiado con nuestros impuestos por la estupidez de una dirigencia que sigue queriendo escuchar y leer una catarata de elogios que nada pueden lograr ante la evidencia del fracaso de gestión. Pero de lo que en algún momento unos y otros deberán rendir cuentas.
Solo así el aire de la ciudad volverá a ser respirable…