Precios máximos: «No se queje si no se queja»

Por Adrián FreijoHay dos cosas que en la Argentina no se respetan: la cuarentena y los precios máximos. Y sin embargo en uno y otro caso la gente no se anima a denunciar.

Sentados en una mesa de café los argentinos lo somos todo: directores técnicos, politólogos, expertos en generalidades y cualquier cosa que se nos pueda ocurrir. Los largos debates, las extensas peroratas y la autosuficiencia son parte integrante del momento como la misma infusión o las medialunas.

Pero cuando se trata de defender nuestros derechos -más allá de los cacerolazos o marchas que, aún valorables como expresión del estado de ánimo social no dejan de ser movidas masivas que contienen en si mismas el germen del anonimato personal- pareciera que el temor, o la vergüenza, o la convicción de que nadie va a prestarnos atención hacen de nosotros un habitante timorato que usurpa el lugar físico que debería ocupar el ciudadano.

¿No es notorio por estas horas en lo que tiene que ver con la violación constante del aislamiento obligatorio?. ¿Cuántas veces por día vemos personas transitando como si nada ocurriese y, pese a saber que pueden contagiarnos el virus y hasta matarnos, no somos capaces de denunciarlas como la ley y el sentido común exigen?. La cultura del «carnerismo» -esa que impusieron los autoritarios para lograr impunidad a sus manipulaciones- se ha enquistado tanto entre nosotros que no nos permite ni siquiera reaccionar frente a quien pone en riesgo a nuestras propias familias.

Y el otro tema son los valores que nos obligan a pagar por productos que necesitamos consumir. No hace falta recorrer muchos centros de consumo para concluir que son muy pocos quienes respetan los precios máximos de alimentos y bienes de primera necesidad. Muy pocos…si es que hay alguno que lo haga.

En el marco de una medida que rige desde el 20 de marzo, y por espacio de 30 días, los precios de alimentos de la canasta básica, bebidas, artículos de higiene personal y limpieza mantendrán, como máximo, el precio que tenían al 6 de marzo pasado. Esto aplica, en la teoría, para hipermercados, supermercados minoristas y mayoristas, minimercados, almacenes y autoservicios.

Esta es una de las medidas tomadas por el Gobierno nacional para garantizar el abastecimiento y controlar el abuso de precios durante la emergencia sanitaria por el COVID-19. Y es el mismo gobierno el que trata de garantizar el cumplimiento de lo dispuesto a través del control directo que además trasladó a los municipios para asegurarse una cobertura territorial suficiente para prevenir y eventualmente sancionar a quienes pretendan desconocer la referencia.

Pero es el ciudadano el principal protagonista de ese control. O al menos debería serlo…

Y si bien existe la posibilidad de llevar encima el listado oficial -ya sea en papel impreso o en el teléfono celular googleando https://preciosmaximos.argentina.gob.ar/  en donde encontrará precisiones de cada uno de los distritos y de más de 50 rubros de productos de la canasta básica familiar, la cantidad de productos incluidos, que supera los 2300, convierten el sistema en engorroso, cansador y poco práctico a la hora de realizar nuestras compras. Lo que se acentúa cuando por las medidas de distanciamiento social hoy es habitual encontrarnos en negocios en los que el control de ingreso hace que haya personas esperando en el exterior y por lo tanto de no muy buen humor si quien se encuentra en el interior tarda más de lo lógico en completar su compra.

Hace pocas horas surgió una novedad que debería ser explorada por las autoridades nacionales, provinciales y municipales. Se trata de la App «Inspector virtual», la cual puede ser descargada desde de la página web del Ministerio de Desarrollo Económico de Jujuy, provincia en la que fue desarrollada, y que por tanto solo contiene el listado de precios máximos para ese distrito.

El creador de la plataforma, Cristian Pérez contó que se le ocurrió hacer la misma más que nada porque él también es un consumidor y vio la «alteración de precios a raíz de la pandemia».

Explicó que su funcionamiento, en celulares con sistema Android, es «sencillo», debiendo solo escanearse el código de barra del producto sobre el que se busque revisar el precio, a partir de lo cual saltará el valor máximo sugerido para el mismo de acuerdo a lo publicado por la secretaria de Comercio de la Nación.

¿Por qué no implementarlo en todo el país?, ¿por qué no entregarle al ciudadano un arma ágil y segura para defenderse de los abusos?. ¿Por qué no pensar que en el futuro, pasada la emergencia del coronavirus y también la económica que fue la que llevó a este sistema de control de precios, puede servir como un instrumento de comparación que permita conocer si en algún otro comercio cercano se puede encontrar el mismo producto con menor valor?.

La tecnología pone al alcance de nuestras manos la posibilidad de contar con un socio confiable en el cuidado de nuestros derechos. Pero nada de esto será útil si no aprendemos cada uno de nosotros a hacer valer eso que nos corresponde y que generalmente es avasallado por la avaricia y la vocación violatoria de la ley que caracteriza a los formadores de precios en el país.

Los tiempos que vienen serán de una fragilidad económica que en mayor o menor medida va a alcanzarnos a todos. Cada uno de nosotros será un poco más pobre de lo que era cuando escuchó por primera vez la palabra coronavirus.

¿No es ello motivo suficiente para que nos cuidemos entre todos y seamos por una vez capaces de ejercer el control ciudadano y la denuncia como instrumento frente al abuso?.

Después…no se queje si no se queja. Que además es gratis…