Quienes piensan que la decisión de competir en las PASO del Frente para la Victoria es sólo una cuestión de alineamiento le erran. La intención final de Gustavo Pulti es la de liderar al peronismo local.
«Es la primera vez que Mar del Plata puede ser gobernada por el peronismo» se escucha en las cercanías del jefe comunal. Pulti observa que la dispersión del justicialismo local, con decenas de fracciones divididas entre no menos de cinco expresiones políticas diferentes, deja expedita una amplia vía para quien sepa transitarla con capacidad de liderazgo.
Sabe también que la posible presidencia de Daniel Scioli, dispuesto a «refundar» el PJ en una posición equidistante del kirchnerismo y de los viejos y gastados caudillos del conurbano bonaerense, le da una inmejorable oportunidad de lucirse con obras que terminen de convencer a los marplatenses de su capacidad de hacedor, pero también lo convierte en el complemento ideal de aquella estrategia del motonauta.
No teme a ninguno de los rivales que puedan surgirle en su intento. Es claro que las aspiraciones de Carlos Cheppi son cada vez más tibias y tardías y no aparece hoy en el horizonte ningún dirigente peronista que pueda ciertamente intentar encaramarse en la conducción del movimiento más allá de lo formal.
«Con el peronismo gobernando la nación, la provincia y el municipio hay espacio para todos», repiten las mismas voces cercanas al lord mayor. Y coronan afirmando que «después de las PASO nadie podrá discutirle a Gustavo su condición del jefe del PJ local».
Se vienen tiempos de cambio en la versión local del viejo movimiento creado por Juan Domingo Perón y es claro que «a río revuelto ganancia de pescadores».
Y Pulti, caña en mano, no está dispuesto a que se le escape la pieza.
