Cristina tenía que descargar en la Asamblea Legislativa todos sus berrinches. Sin sustento y plagados de mentiras necesitaba «socios» que le disfrazaran la realidad. Y los encontró…
El juez Rafecas está en problemas; aunque parezca haberlo olvidado existe un delito que se conoce como prevaricato que consiste en que una autoridad, juez u otro servidor público dicta una resolución arbitraria en un asunto administrativo o judicial a sabiendas de que dicha resolución es injusta.
Y el conocimiento de la declaración de la Dra. Castro -la colaboradora de Alberto Nisman que le acercó esos dos borradores que Cristina esgrimió ayer como si fueran documentos judiciales firmados por el fiscal y que ahora se sabe eran alternativas a agregar o quitar si el caso fuese que Irán firmase el memorándum o lo rechazara- pone en evidencia que Rafecas cometió ese delito con una nitidez que hace imposible soslayarlo por más voluntad de protección que haya en el gobierno.
El fiscal Pollicita también está en problemas. Si lo sostenido por Rafecas sobre que el nuevo fiscal no acompañó en su pedido de continuidad de las investigaciones de la denuncia presentada por Nisman antes de morir las grabaciones que ayer se conocieron, quedará en evidencia que Pollicita manipuló el trabajo de Nisman para ayudar al fallo del juez que ordenó archivar la causa sin investigar. Y eso también es prevaricato.
Y Cristina está en problemas aún mayores. Más allá de lo judicial -permitame el lector dudar por ahora que la Presidente haya sido parte de una conjura criminal y sospechar principalmente de alguno de sus impresentables colaboradores- su dificultad radica en la torpeza carente de sentido común de quienes, para que ella pueda lucir los berrinches que la caracterizan, arman escenarios ficticios como el que ayer le hizo jactarse de un tweet cuyo autor tardó menos de cinco minutos en ponerla en ridículo o hablar de «dos» Nisman cuando existía esta documentación apabullante que demuestra que era uno sólo y por cierto muy hábil en su trabajo.
¿Rafecas hizo lo que hizo chantajeado con las denuncias que sobre él pesan en el Consejo de la Magistratura?.
¿Pollicita, siempre oscuro y solapado en su carrera judicial, canjeó sus «olvidos» por un ascenso?.
¿Cristina ha perdido todo contacto con la realidad y deambula entre afiebradas sospechas y acechanzas sin sentido?.
Puede ser….todo puede ser.
Pero lo que realmente importa es que los tres están en graves problemas y casi podría asegurarse que no van a poder salir indemnes de ellos.