RECTA FINAL

La semana de cierre de campaña marcará una creciente tensión entre los candidatos y puede condicionar el futuro inmediato de un país volátil y asustado. Mar del Plata epicentro.

El segundo debate presidencial fue el aperitivo perfecto de un cóctel que los argentinos beberemos durante esta última semana de campaña y al que podríamos bautizar como «Mecha Corta».

La tensión entre los dos candidatos que aún pujan por la primera magistratura del país dejó en evidencia que una mínima chispa puede encender, y hacer explotar antes que haya tiempo para apagarla, una bomba que viene cargándose de pólvora desde que allá por 2007 el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner resolvió ir por todo, dejando afuera del intento a la mitad de los argentinos.

Mauricio Macri, que llegó al poder como la esperanza de un tiempo de distensión, eligió ahondar esa brecha manteniendo a la ex presidente como un peligro omnipresente para las libertades públicas, seguramente convencido de que a la hora de buscar la reelección eso sería suficiente para que aquellos excluidos de la fiesta kirchnerista aseguraran para él un triunfo lapidario.

Cometió dos errores fundamentales: no tuvo en cuenta la jugada de la ex presidente corriéndose del primer lugar de la fórmula y el precio que la pésima gestión económica iba a representar en una sociedad harta de pagar las consecuencias de un deterioro que no paró de acentuarse durante todo su primer mandato. 

Ahora el comicio lo encuentra a la espera de un milagro de muy difícil concreción y una Argentina en la que la división se ha acentuado hasta niveles de crispación nunca antes vistos…

La remota esperanza de una segunda vuelta tendrá en Mar del Plata uno de sus últimos actos. Aquí estarán las máximas figuras de las dos fuerzas políticas cerrando sus campañas con el doble objetivo de consolidar uno su ventaja y el otro un efecto anímico que refuerce lo logrado por Juntos por el Cambio en el impactante acto de la semana pasada en la 9 de julio. Y de paso dar un envión a sus candidatos locales para asegurarse un distrito que siempre será una vidriera de gestión a la que nadie quiere renunciar.

Como telón de fondo quedará ese fragor que obliga a pensar en las dificultades de la transición, los peligros de una inestabilidad económica que amenaza con una nueva crisis de difícil pronóstico y la pregunta que muchos argentinos nos hacemos: ¿hay salida para el país con semejante nivel de enfrentamiento e irresponsabilidad?.

Por  lo que tal vez nuestro título debería ser acompañado por signos de pregunta: recta final o ¿recta final?,

Mucho más que una forma literaria…