Ricardo Centurión: ¿le soltaron la mano o cumplió su destino?

Por José Luis Ponsico (*) – De un modo u otro Ricardo Centurión, con su vida, dentro y fuera de la cancha, no abandona las primicias periodísticas. Pero pasa el tiempo…

Su condición de delantero «distinto», habilidad y desparpajo, Boca campeón y asimismo su conducta que roza el escándalo. Siempre, fuera de la cancha, lo instala en la polémica superando las leyes del juego.

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Ana María Mateu, Licenciada en Psicología, 35 años de experiencia, en diálogo con el Deportivo Télam, orientó desde su condición «de especialista»: «A Ricardo Centurión con esto último, su mal paso, lo dejaron solo», enfatizó

«El fútbol, el club que lo contrató (por Boca); el que de niño fue hincha por influencia de su padre, ahora lo abandonó. Antes, considerado decisivo para ganar el torneo», agregó.

El Génova quiso insistir…

«El deporte es cultura. No es lo mismo el nacido en una villa de emergencia social, en la pobreza, marginalidad y desde hace cuatro décadas en los límites de la delincuencia juvenil, buscando salida al infortunio que otros lugares, donde el deporte es placer, diversión al fin», orientó Mateu

«Centurión, todo indica, tuvo una infancia complicada. Y adolescencia donde el fútbol, el potrero, barriada, su habilidad, el arte en el juego de la pelota, se transformó en «tabla de salvación». Vida distinta a otros muchachos de su misma edad y condición», repitió la psicóloga consultada.

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«Lo que no está escrito en ningún lado, clubes, organismos del deporte social, el Estado a través de sus municipios, lugares de recreación es el pasaje: aquéllos que salen del barro para ser estrellas. Un salto gigantesco que a menudo hace que el protagonista se caiga», alertó.

«Los entrenadores lo pidieron, sus compañeros también; el futbolista se destacó. Dijo que quería estar en Boca. No pudo salir de su propio «infierno»: rebeldía, motor interior de la revancha, algo que en cuatro décadas expresó Diego Maradona, de origen pobre y marginal», describió

«Los escándalos de Centurión tienen que ver con su patología de muchacho violento, díscolo, contrariado. Es posible con disfraz de malo por fuera y quizá «tierno por dentro». Son casos comunes cuando el marginal, desclasado llega al éxito y es rodeado», esbozó

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«El tema es quién lo orienta y finalmente, quién lo rodea. En el caso conocido Centurión volvió a repetir episodios de inconducta y lo dejaron solo. Apenas acompañado por los que no juegan, ni dirigen. Necesita ayuda de la ciencia. Algo que le sobra con la pelota», concluyó Mateu.

(*) Columnista de la Agencia Télam, La Señal Medios y Libre Expresión