Rodeados de malandros

descarga (2)(Escribe Dimas Pettineroli) – Las malas noticias nos golpean a cada minuto. El asesinato vil del taxista marplatense, los shows televisivos del motochorro de los canadienses, y el suave reposo del Guerrero del marino que violo a su hija 4 años, nos dicen que estamos rodeados de malandros

Malandro en Venezuela es sinónimo de delincuente.
Son azotes de su comunidad, a la cual somete a través del escarmiento y el uso de armas de fuego, las cuales adquieren con dinero proveniente de la comisión de hechos punibles. No obstante, muchos operan más allá de sus comunidades, delinquiendo en las urbes o en sus periferias. El malandro ejerce la profesión delictiva de forma independiente u organizada. Sus actividades comprenden el tráfico de drogas, la comisión de delitos como hurto, robo y secuestro -así como las peleas por las zonas para cometer estos delitos-, la industria del sicariato -también llamado asesinato por encargo- y el homicidio de enemigos o ciudadanos insubordinados.
En las cárceles venezolanas el malandro hace vida delictiva. En algunos casos, malandros con cierto poder dentro de las cárceles han traído bajo engaño a defensoras públicas o abogadas para violarlas repetidamente dentro de los internados judiciales. Por lo general, se ve envuelto en conflictos de todo tipo: desde peleas personales, frecuentemente resueltas con puñales o chuzos, hasta riñas colectivas por el control de los pabellones o de todo el centro penitenciario de que se trate.
¿Esto se parece a la Argentina de hoy?
Acá el gobierno está implementando un plan basado en Cuadrantes, con fuerte inversión en personal y equipos policiales, etc. Lo he chequeado en mi sector y realmente hay policía municipal atenta. Preventivamente se ve mejoría.
Según el Ministro del Interior los índices de delincuencia han bajado, Los ciudadanos dudan, porque la realidad reflejada en el contacto directo, las dolorosas experiencias en carne propia y en los medios informan otro panorama.
En todo Sudamérica se convive con un elevado porcentaje, creciente, de malandros de todo tipo. Incluyendo los de guante blanco, estafadores de profesión.

Hay una sustancial diferencia entre los hechos que veo por la tele en Argentina con los de Venezuela. Acá el 80 % de los homicidios y actos de alta violencia ocurren en territorios peligrosos y entre personas de prontuario. Las victimas de clase media ocurren de manera más atenuada.
En definitiva los latinoamericanos, sentimos que estamos viviendo entre malandros y la solución se ve como imposible.

Confieso que como turista me preocupa ir a la Argentina. ¿Qué sentirán los que no son argentinos luego de lo que ven y leen todos los días?

¡A cuidarse, entonces!
Un abrazo desde el Caribe.

DIMAS PETTINEROLI
dimaspettineroli@hotmail.com