Redacción – Fue muy duro el cruce entre Sampaoli y La Pulga. Tanto que no son pocos los que dicen que será un antes y un después en la nueva etapa de la Selección.Enojo del plantel.
La fuerte discusión entre Tapia y Sampaoli se dio en el hotel en el que se concentró la Selección en Montevideo. Minutos antes de salir rumbo al estadio, el técnico le solicitó al presidente de la AFA salir con una pancarta relacionada con la desaparición de Santiago Maldonado. La rotunda negativa produjo un cortocircuito, que se haría más visible más tarde.
Fue cuando un empleado de la AFA le entregó a Messi una camiseta con el número 20 para que pose con el uruguayo Suárez, que iba a lucir la 30, para difundir el Mundial que quieren organizar en conjunto Argentina y Uruguay. Entonces, estalló Sampaoli: “Para los negocios sí, para los derechos humanos no”.
En medio de la discusión, Messi aclaró su situación y le habría reprochado al técnico: “No nos interesa la politíca, pero sí podemos apoyar a nuestros países para que puedan organizar un Mundial, siempre vamos a estar ahí”.
Este incidente puntual puso en evidencia la creciente tensión entre los directivos de la AFA -que ya están arrepentidos de no haber escuchado a Daniel Angelici y a Jorge D’onofrio que se resistieron desde el principio a la contratación del chusco entrenador- y que ahora se ven presos de un fanatismo político que se hace explícito en el peor momento.
«¿Este boludo no sabe que la plata de su sueldo sale todavía del acuerdo gobierno-AFA?», se preghuntan en las cercanías del despacho del presidente de la AFA.
Lo cierto es que Messi volvió a Barcelona masticando bronca y no solo por los magros resultados deportivos. No le gusta para nada que Sampaoli -«el Muscari del fútbol» como lo bautizaron los jugadores- quiera marcarle la cancha e involucrarlo en sus operaciones políticas a favor de Cristina.
Y esa actitud terminó por dinamitar la frágil tregua acordada allá en Barcelona, cuando el hasta ahora inenetendible entrenador se reunió con Lío para consensuar estrategias futboleras «que nada tienen que ver con el planteo de los partidos ante Uruguay y Venezuela» dicen en el más íntimo entorno del «10».
Hay bronca en el gallinero…y otra vez parece estar vinculada a la hartante grieta.