Por Adrián Freijo – La salida de Darío Oroquieta y el arribo de Horacio “Totó” García en su lugar renueva el viejo debate acerca de una Mar del Plata manejada por gente que no la conoce ni entiende.
Revisemos la política de seguridad desde la raíz y hasta la copa: quienes conducen la fuerza policial en Mar del Plata suelen ser aves de paso que llegan desde otros destinos, solo se quedan lo suficiente como para comenzar a conocer el territorio y ya parten de nuestras playas dejando su lugar a un nuevo foráneo que, apenas arribado a la ciudad, aclarará que necesita un tiempo para conocer la realidad del distrito.
Desde hace décadas venimos insistiendo en la necesidad de que el encargado de la policía local sea un vecino de Mar del Plata, conocedor del escenario en el que deberá desempeñarse y con suficiente compromiso con los vecinos como para saber que no es solo su carrera profesional sino también su prestigio personal y el de su familia los que están en juego junto con su gestión.
¿Alguien sabe que fue de la vida de los últimos diez jefes policiales de la Departamental Mar del Plata?. Seguramente nadie…
Con más razón sostendremos este concepto cuando del Secretario de Seguridad de la comuna se trata.
Es el funcionario que recibirá en forma directa las inquietudes de los vecinos, de las sociedades de fomento y de todas las instituciones de la ciudad. Pero de nada servirá ese cúmulo de información directa si el receptor desconoce cada barrio, su problemática real y hasta sus diferencias conceptuales que suelen estallar en la relación de los vecinos con sus sociedades de fomento o foros de seguridad.
Porque institucionalizar el diagnóstico, más allá de las buenas intenciones, puede limitar el panorama necesario para entender la enfermedad. Hay que conocer a fondo el cuerpo humano para entender lo que le pasa, aún más allá de lo que dicen los libros.
Darío Oroquieta es un buen profesional. Lo dicen sus antecedentes y se nota al escucharlo exponer acerca de la cuestión de la seguridad; no es un improvisado y tampoco alguien que haya venido a la ciudad a ganar un sueldo, hacer fortuna o adquirir fama. Es un hombre de Guillermo Montenegro, acostumbrado a trabajar en su equipo y con antecedentes profesionales válidos para ocupar el puesto que le fue asignado…
Pero fracasó…no sirvió…no pudo aportar nada a la solución de uno de los más graves problemas que tiene la ciudad desde hace décadas. A su partida, más allá de las estadísticas volcadas en un papel y que nunca recogen la sensación de la gente, sus miedos y sus crecientes padecimientos, la situación de la seguridad en Mar del Plata lejos de haber mejorado está aún peor que cuando llegó a hacerse cargo.
Y lo mismo va a ocurrir con su sucesor. Horacio “Totó” García viene precedido de antecedentes aún más impactantes que los que ostentaba aquel a quien ahora suplantará.
Fue director de Migraciones de la gestión de Rogelio Frigerio al frente el Ministerio del Interion, en 1982 ingresó a la Justicia Federal, desempeñándose tanto en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº2 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como en el Juzgado Federal Nº1 de Morón, trabajó dentro de la Procuración General de la Nación como secretario de primera instancia y encabezó la Unidad Fiscal Móvil para la investigación de secuestros extorsivos, desempeñándose en todo el país en la investigación de privaciones ilegítimas de la libertad.
En 2008 cumplió tareas en la Unidad Fiscal para la investigación de delitos vinculados al narcotráfico. Posteriormente ejerció como Fiscal Subrogante en la Fiscalía Federal Nº1 de Lomas de Zamora, para en 2010 García ingresar al Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se desempeñó al frente de la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana hasta 2015.
Brillante…impactante…pero ni un grano de arena aparece en su pasado, ni una ola, ni función alguna cumplida en un territorio que reconoce dos meses de intensa actividad y diez en los que la desocupación y la marginalidad se convierten en protagonistas. Nada de lo mucho que pueda haber aquilatado en forma de conocimientos durante su larga vida pública -en un país en el que es bueno recordar que todos los temas que pasaron por sus manos y las de tantos otros funcionarios lejos de mejorar han empeorado dramáticamente- va a servirle en un territorio distinto a todos y con una problemática de conurbanización y desarraigo creciente.
Debe quedar entonces en claro que no se trata de personas: Oroquieta sabía y García seguramente también. Pero no conocen el escenario de su trabajo y ello condenó a uno al fracaso y seguramente hará capotar al nuevo.
«Toty» Flores creyó que la pobreza marplatense era idéntica a la del Gran Buenos Aires. Y en vez de estar aquí, entre aquellos cuyos problemas debía resolver, se aposentó en la CABA y en La Plata recorriendo ministerios y calentando sillas de funcionarios a la espera de que desde algún distrito lloviesen los fondos que le permitieran repetir sus experiencias bonaerenses. Pero aquí no gobernaba uno de los poderosos caciques del conurbano sino el fantasmagórico Carlos Arroyo que no tuvo espalda para sostenerlo más allá de unas pocas semanas…
Confusiones de quienes conocen todo en los libros y lo llevan a la práctica en escenarios que nada tienen que ver con el que ahora eligen para declamar su libreto.
Y un error que quedará desnudo en poco tiempo y que tal vez convenza al intendente Montenegro de buscar en casa a alguien que sepa donde queda la cocina y donde la llave de paso. Máxime cuando se acerca la temporada, el Operativo Sol y una especial necesidad de ajustar todo el operativo de seguridad. ¿Podrá un hombre que viene del riñón macrista ponerse de acuerdo y trabajar en conjunto con Berni y la policía de Kicillof?. Lo dudamos.
Ojalá nos equivoquemos…