Por Adrián Freijo – «Dejad que las brevas maduren» había dicho Saavedra cuando los más exaltados lo instaban a acortar los tiempos. Y ese 25, desde las primeras horas, se vio que el tiempo llegaba.
El 25 de mayo, las protestas eran imparables y la misma multitud de días atrás ocupaba la plaza exigiendo la formación de un gobierno sin sombra o presencia española entre quienes lo conformaran.
Ya la noche anterior la reticencia de Saavedra y Castelli a integrar la junta pensada para la continuidad de Cisneros, que en las primeras horas del nuevo día se convirtió en renuncia, obligaron al virrey a comprender que su tiempo se había acabado y que lo mejor era dar, al menos por el momento, un paso al costado.
El movimiento patriota se había instalado cerca del Cabildo, el cual reunido desde temprano había empujado la renuncia de la Junta. Ahora se sabía que los jefes militares no estaban ya del lado del virrey y entonces los cabildantes sellaron la renuncia de Cisneros y aceptaron la propuesta de nombrar una nueva junta.
Y en ese momento nació el primer gobierno patrio que comenzaría un camino de independencia que Tucumán coronaría en 1816, cuando San Martín y Bolívar iban consolidando como propio el territorio americano, la Banda Oriental se sacudía en intentonas libertarias y las provincias interiores, con Güemes a la cabeza y Juana Azurduy en el Alto Perú, mostraban al invasor lo que eran capaces de hacer los criollos cuando de defender su territorio se trataba.
Pero ese 25 de mayo se daba el puntapié inicial de toda esa historia. Y había un gobierno…
Cornelio Saavedra fue su presidente. Lo secundaron Mariano Moreno, Juan José Paso, Manuel Alberti, Miguel Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea y Domingo Matheu.
Todos juraron en nombre de Fernando VII -hubo coincidencia en que ir más allá podría generar respuestas negativas en algunos gobernadores de las provincias interiores que no creían llegado el tiempo de la emancipación o lisa y llanamente seguían adhiriendo a España y sus desmanteladas instituciones- pero muchos creían que era sólo cuestión de tiempo para que esto dejara de ser así.
La prudencia de Cornelio Saavedra no fue entendida desde un principio por muchos de los conjurados y no fueron pocos quienes la confundieron con una dualidad que escondía la intención de, cualquiera fuese el resultado final, quedar en condiciones de mantener los privilegios de su rango y ubicación social.
Sin embargo el jefe de Patricios estuvo en todas y cada una de las instancias determinantes de mayo -por ejemplo cuando le comunicó a Cisneros que sus soldados no abrirían fuego sobre la multitud cualquiera fuese la actitud de esta o cuando dos días después se negó a que el regimiento controlase el ingreso al Cabildo Abierto y aún al renunciar a su designación en la frustrada junta presidida por el virrey- y sin dudas fue para la mayoría de los porteños la figura determinante del resultado final.
El mismo militar lo recuerda en sus memorias: «Con las más repetidas instancias, solicité al tiempo del recibimiento se me excuse de aquel nuevo empleo, no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en adquirir empleos y honores por aquel medio. A pesar de mis reclamos no se hizo lugar a mi separación. El mismo Cisneros fue uno de los que me persuadieron aceptase el nombramiento por dar gusto al pueblo. Tuve al fin que rendir mi obediencia y fui recibido de presidente y vocal de la excelentísima Junta (…) Por política fue preciso cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos».
El nombre original completo de la flamante corporación que gobernaría a partir de ese día fue «Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del señor Don Fernando VII».
La junta se inició el 25 de mayo de 1810, en Buenos Aires, y finalizó el 18 de diciembre de ese mismo año, cuando se transformó en la Junta Grande, a partir de la incorporación de varios diputados del interior del país que una vez notificados de lo ocurrido fueron llegando a Buenos Aires para adherir a la naciente patria liberada.
Durante su corto mandato la Primera Junta de Gobierno llevó adelante las siguientes acciones:
• Se crearon nuevos cuerpos militares, necesarios ante las posibles intervenciones de otros virreyes.
• Sus integrantes convocaron a elecciones para designar un Congreso Nacional.
• Se declaró la libertad de comercio en diferentes puertos y se habilitaron otros nuevos para la comercialización de productos.
• Se decretó el arresto del virrey Cisneros y del ex virrey, Santiago de Liniers. Pero mientras el primero vivió cómodamente en su casa porteña hasta el momento de su deportación el francés, que se había levantado contra la junta en Córdoba, fue fusilado en Cabeza de Tigre por un pelotón comandado en persona por Juan José Castelli.
• Se fundó la Biblioteca Nacional de la República Argentina y se fomentó la educación.
• Se Incentivó el poblamiento de todo el territorio para aprovechar su la extensión y riquezas naturales.
• Se atendieron problemas de salud en la población.
Nacía otro país, comenzaba el largo y sangriento camino de la independencia y aquella patria soñada por la gente y sus representantes avanzaría a los tumbos, sin lograr jamás la estabilidad y el encuentro entre los argentinos, hasta este presente pleno de dolor y acechanzas.
Pero esa es otra historia y no podemos adjudicársela a los hombres de Mayo…