(Escribe Adrián Freijo) – Dirán que las cosas pudieron hacerse mejor y hasta que hay que revisar participaciones. Pero nadie podrá negar que el debate le hace bien a la calidad democrática.
Tal vez debería tomarse a las PASO como filtro para saber quienes participan del debate. Suena ingrato -y hasta aceptamos que sea discutible- pero por algo en los países con gimnasia de discusión electoral, y en los que también participan varias fuerzas políticas, solo los candidatos más fuertes concurren a esa instancia pública que representa pararse frente a las cámaras para decir que piensa hacerse con el gobierno.Ejemplos como los de EEUU, Brasil u Holanda son suficientes para demostrar lo que acá decimos.
Anoche las 3/5 parte del tiempo quedó en manos de expresiones políticas que, sumadas todas ellas, no llegan a representar el 7% de la totalidad de los votos nacionales. Y tal vez ello justifique la participación en un debate elegir parlamentarios pero seguramente no para resolver una presidencial.
Esta acumulación de pretendientes le quitó tiempo y ritmo a la posibilidad de saber que piensan en profundidad los dos que allí estaban y que entre ambos concentraron en agosto el 45% de las voluntades populares. El otro, el que tiene tras de sí casi el 40% del voto, prefirió no exponerse y no ir a debatir.
Los días dirán si ello le representó algún costo electoral. En un país educado y democrático ello sería inevitable….en la Argentina inculta y autoritaria, tal vez no.
Pareció salir mejor parado Sergio Massa; su efectismo terminó siendo efectivo frente a un Macri dubitativo, repetidor de slogans de campaña y hasta desorientado al momento de ingresar y retirarse del escenario.
El Jefe de Gobierno porteño estaba nervioso y no pudo ocultarlo, llegando a caer en algunas distracciones que hasta podrán ser tomadas como bloopers por sus detractores.
En tanto el tigrense estuvo atento y afilado, utilizando la oportunidad y el histrionismo para atraer sobre sí ese halo ganador que siempre es menester en estos acontecimientos.
Claro que de ser así las cosas, duele concluir que el verdadero triunfador fue el ausente: Scioli necesitaba que Massa quedara mejor parado, para seguir usufructuando de esa creciente división del voto opositor que a él lo acerca al triunfo en primera vuelta.Y lo que pareció una escasa preparación de Mauricio Macri para la ocasión hizo que el efecto que soñaba el motonauta kirchnerista se lograra a la perfección.
Pasó el primer debate de la historia política argentina; no fue tal vez todo lo intenso que podía esperarse y la experiencia servirá para hacer las modificaciones que fuesen menester.
Las horas dirán si alguien salió beneficiado o si las cosas quedaron como estaban antes de su realización. Pero será la historia la que recuerde que un 4 de octubre de 2015 fueron cinco los candidatos que, bien o mal, se pararon ante la sociedad para decirle que pensaban hacer con los bienes comunes.
Mientras otro, fiel al estilo del partido que representa cada vez más cabalmente, le dio la espalda a la gente y la trató como un rebaño que solo debe caminar, lo más ordenadamente posible, hacia donde su amo lo guía.
Sociedad o rebaño…tal vez esa sea la cuestión