Mientras las autoridades de la provincia siguen batiendo parches con logros que la sociedad no percibe, los marplatenses ven como la improvisación y los cambios permanentes están al orden del día.
¿Cuál es la política en materia de seguridad que se aplica en la institución policial para la ciudad de Mar del Plata?. ¿Puede hablarse de una planificación cuando se cambia en forma permanente y hasta compulsiva la jefatura de la fuerza?.
Primero fue la llegada, a fines de febrero, de Adrián Castelli. Inmediatamente se produjo la división en dos jefaturas; la del área 1 con Roberto Bibbó a la cabeza, y la del área 2 con el propio Castelli al mando.
Pero este último duraría poco y en su lugar llegaría Marcelo Di Pasqua, siendo Bibbó trasladado al Comando de Prevención Comunitaria (CPC), lo que representó que en los hechos se volviese a la jefatura unificada bajo el mando de Di Pasqua.
Para completar los erráticos cambios el titular del CPC Carlos Torres fue separado a la espera de un nuevo destino y sin que se informase si se trata tan sólo de un cambio de nombres o si por el contrario se volverá al comando único en manos de Di Pasqua.
Toda aquella perorata de la descentralización de la fuerza duró lo que suelen durar las «políticas de fondo» (¿¿??) que Scioli y su Ministro de Seguridad acostumbran implementar. En un lapso de apenas dos años se han lanzado y relanzado no menos de cuatro nuevas estrategias y cada una de ellas vino acompañada de cambios de jefatura.
Mientras tanto el delito sigue contando con una ventaja -una más- frente a la sociedad: mientras puede actuar con absoluta impunidad la policía está en un estado de reorganización permanente que la tiene maniatada y desorientada en su accionar.
Y el personal, huérfano de conducción y políticas coherentes, siente que ha sido librado a su suerte y no sabe a quien y a que deberá responder mañana.
Algunos siguen creyendo que es por incapacidad política, pero no son pocos los que empiezan a preguntarse si este estado de cosas no responde a algún grado de complicidad del poder con la delincuencia.
Aunque suene duro decirlo…los hechos parecen abonar esta segunda hipótesis.