El mundo cruje económicamente y la política no le va en zaga. La explosiva situación en medio oriente es telón de fondo de una guerra comercial inédita y un tembladeral político en Europa y Sudamérica.
Medio Oriente atraviesa uno de sus habituales períodos de convulsión, aunque en esta ocasión con un peligroso agregado que amenaza con volver efectiva una guerra soterrada durante décadas: la decisión de Donald Trump de trasladar su embajada a Jerusalén rompe un status quo en el que la cuestión suponía un debate caliente y explosivo que nunca pasaba de ser eso.
Mientras tanto la cuestión Siria, las tensiones con Irán y la creciente unidad del mundo árabe contra la agresiva actitud militar y diplomática de Israel -sostenida por la imprudencia norteamericana- pronostican una mayor tensión que puede derivar en cuestiones mayores si no hay gestos urgentes de distensión. Con el petróleo nuevamente en auge, parece imposible que ello ocurra.
La guerra comercial planteada por el presidente norteamericano al subir aranceles a la importación de productos generados en aliados tradicionales -restricciones de las que por ahora se salva Argentina- pone en jaque la relación con la Unión Europea y lanza sobre los años venideros una inestabilidad comercial de la que puede salir ganadora China, a la que ahora los mercados más importantes comienzan a mirar como un socio; incómodo y de alto riesgo…pero socio al fin.
Los mercados emergentes, especialmente nuestra región, son otra vez meros expectadores de decisiones que los afectan directamente, devalúan sus monedas, obligan a duros ajustes que deterioran el de por sí débil tejido social en sus países y ponen en el centro de la escena una inestabilidad política que no termina nunca de perder protagonismo.
Como anuncio de lo que puede pasar el presidente colombiano pide un golpe militar «que termine con la crisis en Venezuela» mientras en Brasil el propio Michel Temer debe salir a desmentir que está planeando una asonada que consagre un co-gobierno con las FFAA y Mauricio Macri elabora un decreto para dejar en manos de las mismas parte de la seguridad interior. Cuidado…esta historia ya la conocemos.
Todo indica que desde EEUU se lanza sobre el mundo la antigua sombra del garrote y no son pocos los que temen que la sin razón de su presidente retrotraiga todo a los oscuros años de la Guerra Fría. Algo que además no parece incomodar demasiado a un Vladimir Putin que sueña con la impronta de la Unión Soviética de aquellos años.
Demasiados fragores…demasiados riesgos. Cuidado…