Tensión: un portaaviones de Estados Unidos opera en aguas coreanas

El portaaviones de EE UU ‘Carl Vinson’ inicia maniobras con Corea del Sur. La llegada se produce apenas horas después de que Corea del Norte lanzara un misil fallido.

El portaaviones estadounidense Carl Vinson llegó este sábado finalmente a aguas cercanas a la península coreana y comenzó de inmediato a participar en maniobras conjuntas con la Marina del sur. La esperada llegada del buque ocurre en medio de tensiones extremas en la zona: apenas medio día antes, Corea del Norte había disparado un misil, que estalló inmediatamente después del lanzamiento, en aparente respuesta a las presiones de Estados Unidos para que la comunidad internacional imponga nuevas sanciones contra el régimen y su programa de armamento.
Según ha indicado la Marina surcoreana, inmediatamente después del arribo del portaaviones, poco antes de las 18.00 hora local (10.00 en la España peninsular), las dos fuerzas iniciaron un ejercicio conjunto. La maniobra, según ha precisado la Marina, tiene como objetivo practicar la capacidad de localizar e interceptar posibles misiles balísticos intercontinentales enemigos.
Las maniobras, que incluirán también prácticas con fuego real y ejercicios antisubmarinos, continuarán en principio durante la semana entrante, informa la agencia surcoreana Yonhap.

Es la segunda ocasión en apenas dos meses en que el Carl Vinson participa en maniobras en las cercanías de la península coreana, pues ya lo hizo en marzo. Es algo muy poco habitual y que, según Seúl, es respuesta directa al aumento de las tensiones con el norte.

El trayecto del portaaviones había suscitado confusión. Apenas concluida hace tres semanas la reunión en Florida entre el presidente Donald Trump y el jefe de Estado chino, Xi Jinping, se anunció la marcha del buque hacia aguas coreanas. Hace diez días, en cambio, se supo que había tomado la dirección contraria y Washington tuvo que precisar que, aunque su destino final sí era la península, había acudido antes a participar en maniobras conjuntas con Australia como estaba previsto desde meses antes.

Antes de su llegada a las cercanías de la península coreana, el buque ha participado también en maniobras con la Marina japonesa. El Carl Vinson, de propulsión nuclear, puede transportar más de 60 aeronaves. Su grupo de ataque incluye también destructores y cruceros.

Desde que se anunció que el portaaviones se dirigía hacia la región, Corea del Norte ha amenazado con “graves represalias” si participa en actos hostiles. El régimen de Pyongyang suele responder con pruebas de fuerza, incluido el lanzamiento de misiles, al desarrollo de maniobras conjuntas en el sur de la península.

La prueba de este sábado era la segunda en dos semanas, y la segunda fallida. Hasta el momento se desconoce el tipo de misil empleado, que se lanzó desde una provincia al norte de Pyongyang y que aparentemente solo recorrió unos 50 kilómetros antes de caer.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, de visita oficial en el Reino Unido, calificó el nuevo desafío norcoreano de “absolutamente inaceptable”. El consejo de seguridad nacional nipón celebró una reunión de urgencia en Tokio para analizar los detalles del lanzamiento. El metro de esa capital paró sus trenes durante diez minutos a primera hora de la mañana, para “garantizar la seguridad de los pasajeros”. A comienzos de abril, según la cadena de televisión nipona NHK, la compañía había aprobado poner en práctica ese tipo de medidas de precaución cuando Pyongyang efectuara pruebas de misiles.

A las declaraciones de condena se ha sumado, incluso, el impredecible presidente filipino Rodrigo Duterte. En una rueda de prensa, el mandatario acusó al líder norcoreano, Kim Jong-un, de querer “provocar el fin del mundo” y pidió a EE UU cautela para evitar que se desate un conflicto que resultaría “catastrófico” para Asia y para el mundo. “Parece que son dos países jugando con sus juguetes, y esos juguetes no son precisamente de broma”, declaró.

“La situación en la península coreana es complicada. Tanto Washington como Pyongyang están jugando a ver quién se acobarda primero, y es difícil interpretar sus movimientos y sus mensajes”, indicaba un editorial del Global Times, uno de los principales periódicos de propiedad estatal china.