Todo bien…pero ya estoy podrido de sufrir

(Escribe Adrián Freijo)Crecí en un tiempo en el que todos teníamos en claro que al final de un campeonato uno festejaba y los demás se lamentaban. ¿Es tan malo tener el valor del triunfo incorporado?.

No me gusta que nos llamen «resultadistas» a los que deseamos con pasión que nuestro equipo gane. Me parece injusto y por añadidura siento que es parte de una filosofía de igualar lo que es inigualable.

No es lo mismo ganar que perder…y es muy bueno que ello sea así. Porque si es cierto aquello de que de las derrotas se aprende, no lo es menos que son muchas las consecuencias que se pueden extraer del triunfo.

Por estas horas escucho tantas pavadas…«no lo cuidamos a Messi»…»no valoramos a esta selección»…» el valor está en llegar a tres finales consecutivas»…»apenas si perdimos en los penales».

Todas cosas en las que los chilenos, festejando en «las calles de lo que fue Santiago ensangrentada» y hoy son un carnaval, seguro que ni siquiera se detienen a pensar. Porque ganaron…y punto.

Demasiado pavo real con pretensión de periodista culto desgrana por estas horas esa ensalada de sicología barata, filosofía de resumen Lerú y actitud culposa frente a la profesión, intentando convencernos de que algo realmente determinante para nuestras vidas está ocurriendo.

Y no es así; tan solo nos pasó algo h-o-r-r-i-b-l-e: los chilenos nos ganaron de vuelta. Y lo hicieron porque otra vez fueron más vivos, más certeros y más suertudos que nosotros.

¿Por penales?…¿y?…andá y preguntale a Roma y a Delem como siguió la vida de cada uno después del «penal del siglo».

Preguntale a Goycochea si un penal tiene importancia. Un  arquero menos que mediocre, que en una decena de equipos pasó sin pena ni gloria, y que ocupa un lugar de oro en la historia de nuestro fútbol por esa capacidad innata que tenía para atajar tiros desde los doce pasos.

Preguntale a Córdova o a Abbondancieri si los penales dan o no lo mismo.

No jorobemos…el penal es parte del fútbol y perder por culpa de ellos es lo mismo que perder por un cabezazo o por un patadón desde fuera del área. Perder es siempre perder.

Y aunque sea cierto que no hay que convertir la derrota en drama ni estigmatizar a estos jugadores que siguen demostrando una emocionante incapacidad para ganar algo, no nos avergonzemos de decir que tenemos ganas de ganar algo, salir a las calles y festejar viendo a Argentina en lo más alto del podio.

Porque cuando suena el silbato inicial no estamos saliendo a «construir humanidad» ni cuando el árbitro pita el final nos alegramos de «compartir hermandad». Durante los 90′, antes de ellos y después de ellos estamos viviendo fútbol, ese maravilloso deporte en el que tenemos que intentar que la pelota entre más veces en el arco de ellos que en el nuestro. Porque para eso es deporte y para eso es competitivo.

Así que basta…que nadie siga intentando convencerme que debo estar feliz, tranquilo porque se dejó lo mejor o indiferente ante la imagen de esos señores con camiseta roja y una copa en alto.

Para hacer filantropía interamericana me dedico a la acción social. En el fútbol quiero, alguna vez, festejar. ¿Está eso tan mal?.