El recuperado organismo nos pone de cara a la importancia de saber en que lugar estamos parados. Y no se trata solo de la inflación; conocer la verdad de la sociedad argentina es la base del desarrollo.
Durante más de una década no fueron pocos los que creyeron que la pertinaz denuncia acerca de la destrucción del INDEC tenía más componentes políticos que otra cosa. Acostumbrados como estábamos a solo prestar atención al índice inflacionario, nos conformamos con la percepción empírica que cada uno de nosotros tenía del aumento del costo de vida y a prestar alguna atención al Índice Congreso que la oposición hacía con métodos que nunca tuvimos demasiado claros.
Pero ahora, además de saber con exactitud como marcha la lucha contra ese cáncer que se llama inflación, tomamos nota de muchas otras tareas y muchos otros informes del Instituto que nos permiten saber donde estamos parados.
Esta semana se publicó un estudio sobre la situación laboral de los argentinos, que arroja un aterrador 51,8% de trabajo irregular.
Pero paralelamente ese trabajo nos permite entender que, aunque parezca un contrasentido afirmarlo, estamos mucho mejor de lo que podíamos pensar.
Vea si no:
-Para medir el índice laboral se toma una franja etárea que va de los 14 a los 64 años.
-Esta franja se divide en dos segmentos: el primero de los 14 a los 29 años (segmento juvenil) y el segundo de los 30 a los 64 años (segmento adulto).
-En el segmento adulto la desocupación es del…5,1%. Compatible con cualquier país en buen ritmo de desarrollo.
-En el segmento juvenil es del 56%. Compatible con cualquier país en guerra civil.
Es claro entonces que no tenemos un grave problema de desocupación sino uno serio de primer empleo.
Primera conclusión: dejemos de hablar de desocupación y pongámonos todos a buscar la forma de insertar a los que buscan un primer empleo en lo que se supone será el mundo que viene.
Le doy un ejemplo: el Banco BBVA anunció el cierre de 130 sucursales en España como parte de un plan a mediano plazo en función de la desaparición de la banca tradicional para darle paso a la cada vez más habitual banca electrónica que el cliente digita desde su PC.
Ello significará que miles y miles de personas quedarán fuera del mercado laboral en los próximos cincoa ños, tan solo en el sector financiero. ¿Qué diría usted si hoy viene a comunicarme que su hijo consiguió un trabajo en un banco y yo le contesto «que desgracia, pobrecito»?. Seguramente creería que estoy loco…siempre que no haya leído la noticia que le cuento más arriba.
Dentro de una década millones de personas se quedarán sin trabajo por el avance de internet.
¿Para qué inmobiliarias?; ¿para qué bancos?, ¿para qué agencias de seguros?.
¿Quiere más?, ¿se anima?…ahí voy: ¿escuelas?, ¿oficinas?, ¿imprentas?, ¿municipalidades?, ¿tribunales con atención al público y a abogados?, ¿radios, canales, diarios?. Podría seguir, por miles y miles de rubros y detrás de ellos estarán los seres humanos que se quedarán sin nada.
Pasó con la Revolución Industrial y por equivocar el camino y discutir las consecuencias y no el tiempo que nacía, el mundo necesitó aniquilar el 20% de su población en dos guerras mundiales y varias regionales. Que no vuelva a pasarnos…
Todo lo que se discute en la Argentina es antiguo…no sirve para otra cosa que para dividirnos y dejarnos en manos de una dirigencia que atrasa medio siglo.
Dejemos de hablar de personas sin trabajo y comencemos a organizar el trabajo sin personas.
Dejemos que «lo que se va» lo haga el segmento adulto y preparemos para «lo que viene» al segmento juvenil. Que es eso lo que nos avisa el INDEC con este estudio que adquiere un valor casi fundacional del tiempo que viene.
Después de leerlo miré a mi hijo de 16 años, que concurre a uno de los mejores colegios de la ciudad y solo debe preocuparse por estudiar. Ni trabaja ni se le pasa por la cabeza hacerlo por ahora; sin embargo está incluido entre los desocupados de la «franja juvenil».
Lo que hace que, además, ese altísimo porcentual del 56% tampoco sea real (cientos de miles de chicos están en la misma situación que el mío y también «participan» de ese porcentaje).
Centremos entonces la preocupación en la calidad laboral y la inserción en el futuro. Que son dos problemas mucho más graves que una desocupación que, al menos, no es lo que parece.