Transporte: Una vez más ganaron los mafiosos y perdió la ciudad

Por Adrián FreijoNo hay ángeles ni demonios, no hay sentido del respeto a las leyes. Solo mentiras, negocios y desarraigo social. El conflicto en la UTA le pone límite a la razón.

Era imposible suponer que tantos años de corrupción e impunidad no iban a dejar sus huellas. Que quienes se acostumbraron a tomar a los marplatenses de rehenes no terminarían generando una marco legal propio, una moral distinta y una escala de valores que se colocara por encima de la que rige, leyes mediante, el contrato social que uno a quienes conviven en comunidad.

Tras el telón de la pandemia, que tiene espesor suficiente para esconder lo que entre bambalinas se prepara, un paro salvaje de colectivos que lleva más de quince días y que afecta a los sectores más débiles de nuestra sociedad termina por desnudar esa «otra» Mar del Plata a la que poco o nada le importa la legalidad, la legitimidad y la solidaridad que construyen cualquier marco de referencia a la convivencia entre personas.

Tiros, heridos, patoterismo, burla a las leyes, chantajes mafiosos, presiones y toda otra expresión de lo antisocial irrumpieron en el espacio común de quienes hoy ocupan sus esfuerzos en salir adelante, volver al trabajo y reconstruir lo que seguramente será un tejido social devastado por la irrupción de un virus que nos cambió la vida a todos.

Pero ellos no lo entienden. Están enfrascados en pelear espacios de poder para mantener, en algunos casos, ese privilegio de mentir la representación de los trabajadores para acortar aceleradamente el camino hacia la riqueza personal; esa que como argentinos saben nunca abrazarán por la ruta del trabajo honesto.

Los «otros», como hicieron «estos» cuando también esgrimían la defensa de los choferes para desplazar del gremio a Aníbal Flores, en tiempos en los que la entente empresarios-sindicato ya era groseramente visible, dicen interpretar las necesidades de sus compañeros y en nombre de ellas resuelven que toda una comunidad se quede sin transporte.

Ya se habían enfrentado antes, con toma del gremio incluida, y lo seguirán haciendo hasta que diriman sus cuestiones internas en el marco y bajo el paraguas de sus propias reglas de juego: violencia, apriete, balazos. Y aunque al momento con contar la tropa llame la atención la preeminencia de barras bravas, matones y mano de obra desocupada por sobre los verdaderos trabajadores del volante que terminan siendo víctimas de todos los desmanes que se realizan en su nombre.

Y las instituciones, más sucias que un chiquero por las heces que desparrama esta historia prostibularia, miran para el costado esperando que las negociaciones ocultas -que terminarán como siempre en la cesión de espacios de poder a los nuevos cruzados de los derechos laborales para que en un tiempo prudencial se queden con todo garantizando la impunidad de los ladrones en retirada- logren destrabar un conflicto que tendrá nuevos protagonistas pero jamás cambiará de libreto.

No hay justicia….ni la habrá.

No hay decisiones políticas…ni llegarán.

No hay nada de lo que parece estar en superficie…porque de lo que se trata es de intereses inconfesables que ya han edificado fortunas personales y seguirán levantando, ladrillo a ladrillo, el paredón que siga dejándolas a buen resguardo.

¿Importa quien apretó primero el gatillo?. Poco y nada; todavía no se ha resuelto una sola de las muertes que han jalonado el conflicto del transporte en la historia lugareña y que comenzaron con el asesinato de Julián Carlos Julio (31), dirigente del gremio, ocurrido durante una huelga en 1973 y en la misma Terminal de Ómnibus en Alberti y Las Heras, cuya responsabilidad siguen endilgándose los sectores por entonces en pugna. Y que no mucho después compartían la conducción del sindicato.

Lo que realmente importa es la existencia de un estado paralelo, violento, armado e ilegal, que resuelve sus temas paralizando a una ciudad o disparando sus pistolas. Una organización empresarial, legal y sindical que todos conocemos y ante la que parece que nadie puede hacer nada. O no quiere…

Y los involucrados nos muestran a cada paso que ganaron…que ya nada es posible para volver las cosas a un cauce normal. Que no hay jueces, fiscales ni poder político que se anime a ponerlos en el lugar en el que deben estar quienes violan las leyes y atropellan derechos.

Mar del Plata ha caído en manos mafiosas y si no aparece en el horizonte un ejemplo de coraje y sentido común…le espera un futuro de la gran UTA.

(Perdón, me parece que también nos robaron una letra)