Un clásico: encalló un barco y nadie tiene en claro qué hacer

Pasó con el Navarchos, con el Marcelina de Ciriza, y también con el Pescamar I rescatado gracias a una mega obra de refulado. No existe protocolo ni hay infraestructura adecuada.

Cuando la nave de bandera griega Navarchos Koundouriotis cargada con 10.300 toneladas de trigo a granel rozó dicho banco y varó en las cercanías de la desembocadura formada por las escolleras Norte y Sur, comenzó una historia a la que solo el transcurso del tiempo y la naturaleza darían el final.

9661Tal como relató en aquel entonces el jefe de máquinas de la embarcación,después de salir del puerto el fuerte viento sur fue ladeando la nave a estribor hasta que en un determinado momento cerca de las 19 se escuchó un fuerte retumbar en el casco.

El barco había encallado rozando la arena. Después avanzó unos metros más y luego de varias horas de balanceos a la espera de zafar un nuevo ronquido proveniente de la sala de máquinas anunció que el casco se había quebrado» .

Comenzaron entonces las especulaciones: «se va a derramar el petróleo», «se va a podrir el cereal y se desparramará por toda la playa», «hay que dinamitarlo», «hay que arrastrarlo mar adentro y dejarlo a la deriva» y muchas otras cosas por el estilo.

Lo cierto es que nadie supo que hacer, el tiempo pasó y el barco se convirtió primero en un manojo de hierros herrumbados para desaparecer luego, lentamente, tapado por el oleaje.

Mientras tanto, y por toda una temporada, Playa Grande estuvo cerrada al turismo por el alto grado de contaminación.

El Marcelina de Ciriza, bautizado "El barco Fantasma"

El Marcelina de Ciriza, bautizado «El barco Fantasma»

Era el jueves 20 de junio de 1991 cuando el Marcelina de Ciriza -una mole de casi 90 metros de eslora- un buque semifactoría que había conocido tiempos mejores  y estaba desde hacía más de una década abandonado en el puerto de Mar del Plata se soltó de su amarra en medio de un fuerte temporal de vientos similar al padecido por la ciudad en las últimas horas.

La nave salió milagrosamente por el canal -con tan solo un perro como tripulación y obviamente sin propulsión- y navegó hasta la altura de la Avda. Constitución donde por fin quedó encallada para siempre.

Tampoco nadie supo que hacer y las especulaciones llegaron a niveles de delirio. Un concejal de entonces llegó a proponer que se habilitara en la destruida estructura una confitería bailable.

Entre discusiones, proyectos y temores el tiempo pasó y, otra vez, el trabajo del mar y el tiempo dieron entierro final al legendario barco que los marplatenses recuerdan siempre con una mezcla de estupor y gracia.

Aquella tormenta, con vientos huracanados, dejó un saldo de cuatro muertos y unos 50 heridos…y un barco librado entonces y después a su propia suerte.

El Pescamar I estuvo meses descansando en Playa Popular

El Pescamar I estuvo meses descansando en Playa Popular

El Pescamar I, aquel buque pesquero que el miércoles 29 de abril de 1998 quedó varado en plena Playa Popular, se convirtió en un atractivo para marplatenses y turistas.

La embarcación estuvo amarrada al espigón 5 de las playas céntricas, que da justo frente al edificio del Casino Central.

Hubo complicaciones en el tránsito que circulaba por el Boulevard Marítimo y hasta algunos vendedores instalaron puestos de panchos y pochoclos. La Prefectura Naval Argentina tuvo que instalar un cerco para evitar que alguien resulte lastimado al aproximarse demasiado al buque mientras  la Policía intentaba poner orden en la calle.

El Pescamar I encalló con sus nueve tripulantes cuando el pesquero esperaba para poder ingresar al puerto; los motores se detuvieron, se mojaron y no los pudieron volver a poner en marcha. En ese momento, el viento del sudeste soplaba con mucha fuerza y había olas muy grandes y de gran intensidad, una combinación que lentamente lo fue llevando hasta el lugar en el que reposó por varios meses.

Si, meses; porque nadie sabía como retirarlo, los muchos intentos terminaron en estruendosos fracasos -que despertaban el comentario sarcástico de una población acostumbrada a que las cosas se hiciesen mal y que ya ironizaba acerca del destino de la mole- y ya nadie atinaba a intentar seriamente alguna cosa.

Solo el refulado del banco de arena que ese año dispusiese el gobierno de Eduardo Duhalde permitió retirar los restos del barco de su encalladura en una de las playas más concurridas de Mar del Plata. De no haberse llevado a cabo…aún estaría en el lugar y habría arruinado todo el sector para el uso humano.

El Mar del Sud pasó unos días de descanso en Playa Grande

El Mar del Sud pasó unos días de descanso en Playa Grande

En ese 1998 agitado un nuevo hecho de estas características sorprendería a Mar del Plata.

El lunes 28 de setiembre, con el Pescamar I todavía descansando en La Bristol, el Mar del Sud apuntó la proa hacia la confitería del Club Náutico. Había sido retirado de servicio unos pocos días antes y estaba a la espera de su remolque para ser desguasado.

«Se viene, se viene», alcanzó a advertir a gritos el vigía Carlos Ladeque cuando la imponente estructura del buque apuntaba a las instalaciones de la tradicional institución.

Alimentado por las ráfagas de 60 kilómetros por hora que soplaban, la embarcación recorrió 1000 metros, encalló contra una dársena y allí quedó, a centímetros del emblemático lugar que eligen los marplatenses para sus actividades náuticas.

En este caso, y como excepción, las autoridades portuarias lograron remorcarlo y llevarlo a su lugar natural sin que hubiese que esperar que nuevamente el tiempo resolviese la cuestión.

Historias que todos recordamos y carencia de profesionalismo no solo en el retiro de estas naves siniestradas sino en el amarre, control  e inspección de las naves que operan en la ciudad.

Carencias que en otros casos, muchos de ellos de absoluta actualidad, costaron vidas por la imprudencia en muchos casos y la corrupción en muchos más.

Pero esa es otra historia, menos colorida y más dolorosa.