Un gobierno que oscila entre el sainete y la esquizofrenia

RedacciónEn apenas 24 horas tres contradicciones de un gobierno que parece haber perdido el eje hasta de las cosas más sencillas para convertirse en una versión moderna del Dr Jekyll y Mr Hyde.

 

Débora Giorgi renuncia a un gobierno que se apresura a aclarar que nunca la nombró; Fernanda Raverta anuncia un posible bono para jubilados que la vocera presidencial negó el día antes y Alberto Fernández explica porque no asistirá a una comida a la que por fin concurre. No se trata de una obra del más clásico de los géneros vernáculos al que conocemos como sainete ni, como aquel, genera risas o emociones. Más bien redobla temores y preocupaciones…

Ya nadie sabe que piensa el gobierno, pero lo más graves es que la propia administración parece desconocer en que pasa sus horas.

Ya no son solo las marchas y contramarchas de un presidente que dice por la mañana una cosa y por la tarde otra. Las contradicciones de Alberto Fernández se han convertido en parte del folklore político nacional y ciertamente su devaluada imagen ayuda, y mucho, a que ya no se otorgue gravedad alguna a sus idas y vueltas y por lo tanto no haya consecuencias mayores que lamentar.

Pero la inestabilidad presidencial parece haber alcanzado a toda la administración…

En tan solo 24 hs tres episodios, que en otro contexto podrían arrancar una sonrisa, demuestran que la Argentina navega en un mar de incoherencias, conducida por el más heterodoxo grupo de funcionarios que -si juzgásemos sus hechos y decires- no podrían escapar a la calificación de esquizofrénicos, víctimas de una enfermedad que puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.

La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, rechazó ayer por la mañana cualquier posibilidad de otorgar un bono de fin de años a los jubilados. “No se está evaluando, no existe esa posibilidad en este momento» sostuvo para cerrar cualquier debate. Un día después Fernanda Raverta, directora de la ANSES, afirmó que «como lo venimos haciendo desde que asumimos como gobierno, seguimos pensando en cómo llegar, atender y asistir mejor a nuestros jubilados y, es por eso, que estamos evaluando la posibilidad de un bono de fin de año”.

¿Pagarlo es entonces una decisión de Raverta que ni siquiera fue consultada con el presidente?, ¿o Cerruti resuelve por las suyas y dispone a su antojo del presupuesto previsional?. Sea lo que fuese, suena muy raro…

Hace algunas horas Débora Giorgi, presentada oficialmente por el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, al que inclusive acompaño en reuniones con empresarios y formadores de precios como subsecretaria de la cartera, presentó su renuncia al cargo por considerar que había sido destratada por sus superiores. Horas después el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas afirmó que la salida de la experimentada economista «técnicamente no es una renuncia porque nunca fue funcionaria».

¿Quién la puso entonces en ese lugar?, o simplemente repitió aquello de «vi luz y subí»

Con un grado menor de gravedad -pero para nada exento de irracionalidad- el presidente informa oficialmente el jueves a la mañana que no asistirá a la cena de festejo del Día de la Industria. Apenas dos horas después, y por la misma vía, confirma su presencia en el ágape.

¿Tenía acidez estomacal?, ¿se le abrió el apetito de golpe?…¿o alguien «resolvió» que no fuera sin avisarle siquiera de esa decisión?. Estamos hablando de la agenda presidencial que debería ser motivo de cuidados y preparativos; no es habitual que el primer mandatario de un país no sepa al mediodía lo que va a hacer a la noche.

Disparate tras disparate, el gobierno resuelve todo echando culpas a la prensa, hablando de teorías desestabilizadoras y con comunicados y vocerías que impostan un tono burlón cuando se les consulta sobre estas incoherencias.

Y en última instancia señalando que la responsabilidad de esta versión institucional del Dr Jekyll y Mr Hyde es culpa del Proceso, de Menem, de De la Rúa, de Rodriguez Larreta y, por supuesto, de Mauricio Macri.

O no…después se verá.