Por Adrián Freijo – La jornada de lunes, clave para «orejear» una semana complicada, salió mejor de lo que se pensaba. La estrategia oficial funcionó pero el bla-bla le ganó a la prudencia.
¿No entendió el gobierno nacional que el 80% de esta corrida cambiaria se debe a las imprudencias e incoherencias que salen en forma permanente de la boca de sus funcionarios?; ¿qué más tiene que pasar para que los hombres que rodean al presidente aprendan el valor del silencio en el momento adecuado?.
El mismo grupo de funcionarios que dejaron trascender la decisión de poner un impuesto a la renta financiera -lo que más allá de cualquier consideración fue dicho en el momento menos adecuado, a pocos días de la más gigantesca renovación de bonos de nuestra historia reciente- salió ahora a alardear con el poder de fuego del BCRA para ponerle un techo al dólar.
Ni siquiera se detuvieron a reflexionar acerca de una realidad tan preocupante como dolorosa: en apenas diez días el chiste le costó al país cerca de U$S 10.000 millones de sus reservas, a los bancos U$S 2.000 y a la sociedad encontrarse con tasas de interés por arriba del 40%.
Una verdadera debacle por donde se la mire….
Que se complementa con la necesidad de salir corriendo a pedir la asistencia del FMI -que la cuenten como quieran pero es un verdadero problema- meter la mano en los agotados bolsillos de los argentinos de clase media que vieron encarecer sus créditos UVA en más de un 20% y «regalarle» a quienes se financian con tarjeta de crédito tasas que el viernes rozaban el 100%.
¿Para qué entonces insistir con la estólida costumbre de salir a decir cosas como «el gobierno está feliz de haber demostrados su fortaleza» o arriesgar a una de sus figuras más importantes como es la gobernadora María Eugenia Vidal a tener que sostener su tranquilidad por «la fortaleza del BCRA que demostró su capacidad para aplastar la especulación»?.
Lo de este lunes fue una pulseada que ni fue la primera ni será la última. Aún que se logre frenar la salida de dólares con el vencimiento de las LEBAC, el costo será de una magnitud que la gente no parece entender por estas horas.
¿Cuánto puede resistir un país con tasas de interés por arriba del 40%?, ¿cuánto va a pasar antes que aterricen como buitres los capitales especulativos para arrasar con las reservas monetarias que deben jugarse diariamente para evitar una corrida?, ¿cuánto tiempo más aguantará una sociedad a la que se la lleva por delante la inflación, se le avecina la realidad de los tarifazos y se ha quedado sin instrumentos razonables para financiarse?.
Entonces…¿para qué»boconear»?, ¿para qué salir a hacerse los «cocoritos» cuando no vieron llegar al Titanic en la bañadera?, ¿para qué presumir capacidad e inteligencia ante una ciudadanía que no logra entender como pudieron ser tan torpes e ineficientes?.
Cuando todo indicaba la conveniencia del silencio, los hombres del presidente salieron a resolver sus propias internas declamando méritos propios que nadie sabe donde están. Una pena, una verdadera torpeza…y ninguna sorpresa.
Estos chicos con pretensiones aristocráticas siempre quisieron defecar más alto de los que les da el trasero. Y siempre lo hicieron sobre la cabeza de los argentinos….