UN OCASO QUE PUEDE PROYECTAR SU SOMBRA

La pérdida de poder que sufrirá Barack Obama luego de su derrota en las legislativas estadounidenses tendrá seguramente consecuencias no deseadas en el mundo.

Si se impone la tradicional dureza republicana en las relaciones internacionales y el Presidente se ve obligado a ceder en ese terreno para poder controlar internamente el gasto público, seguramente nos encontraremos en un mundo aún más inseguro que el que hoy estamos padeciendo.

 

Es sabido que los ganadores de ayer están convencidos de que “la política del garrote” asegura la continuidad del poder del país y para ello no han escatimado bombas a lo largo de la historia. Y si bien los demócratas no han logrado en el último medio siglo el cese de ninguna de las guerras exteriores, no es menos cierto que figuras como Carter, Clinton y ahora Obama han intentado avanzar en el camino de la diplomacia.

 

Pero las particularidades de la guerra actual, signada por el fundamentalismo religioso que se encarama en los gobiernos de Africa y medio oriente, presagian tiempos violentos si la “pax romana” que tanto aman los republicanos quiere retomar el centro de la escena.

 

En un mundo en el que luego de la crisis del 2008 los EEUU han perdido peso decisorio esta situación puede llegar a ser explosiva.

 

Y si se le suma que ese mismo mundo no puede terminar de resolver las carencias económicas de las 2/3 partes de su población los presagios no pueden ser peores.

 

Momento crucial, duro y sin pronóstico seguro es el que viene en los próximos años, con una sociedad norteamericana que desea mayoritariamente que el país se cierre sobre sí mismo más allá de lo que pase fronteras afuera.

 

Algo que en el corto plazo puede notarse como una decisión suicida.