Un principito de paseo por el mundo mientras lo acusan de asesinato

Mohamed Bin Salmán ya está en Argentina. Ha sido el primer líder extranjero en llegar a Buenos Aires y ha demostrado que poco presta atención a las denuncias en su contra y de su país.

El príncipe heredero saudí no parece preocupado por la denuncia presentada por la ONG Human Rights Watch (HRW) ante la justicia argentina para que sea detenido por presuntos crímenes de guerra cometidos por su país en Yemen. Apenas en tierra, su comitiva, integrada por 400 personas, atravesó toda la ciudad con tránsito despejado hasta la Embajada de su país, un palacete de estilo francés en el que se alojará y que linda con la legación de España. En el aeropuerto lo recibió el canciller argentino, Jorge Faurie. La denuncia de HRW quedó en manos de un fiscal federal, quien ahora deberá recolectar las pruebas que luego analizará un juez. Bin Salmán puede estar tranquilo: la complejidad del trámite y su estatus diplomático neutralizan cualquier posibilidad de detención.

El fiscal Ramiro González ha iniciado este miércoles el trámite contra Bin Salmán. El primer paso ha sido pedir al juez Ariel Lijo, a cargo del expediente, que consulte si el príncipe heredero tiene «procesos en trámite en el Reino de Arabia Saudí y la República de Yemen” relacionados con la denuncia de HRW y que tome las medidas «relativas a determinar el estatus del príncipe Mohammed bin Salman». Son pasos imprescindibles. La Constitución argentina reconoce la jurisdicción universal para juzgar crímenes de guerra y torturas, pero siempre que no haya investigaciones en curso en el país de origen.

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La denuncia contra Bin Salmán fue presentada el lunes por el director ejecutivo de la HRW, Kenneth Roth. El argumento de la ONG es que Argentina debe intervenir porque los presuntos crímenes de guerra cometidos por el Ejército saudí en Yemen están impunes. Bin Salmán podría ser responsable de esos delitos porque es ministro de Defensa del Reino. Al mismo tiempo, HRW hace referencia a la posible implicación del príncipe en la muerte del periodista Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Estambul.

«Las autoridades judiciales deberían evaluar el papel de Mohamed Bin Salmán en posibles crímenes de guerra cometidos por la coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen desde 2015”, afirmó Roth en un texto subido a la web de la organización. “La participación del príncipe heredero en la cumbre del G20 en Buenos Aires podría permitir que las víctimas de abusos que no lograron que se haga justicia en Yemen o Arabia Saudí puedan obtenerla en los tribunales argentinos”, agregó. El intento de HRW tiene como antecedente más reciente la causa que la jueza federal argentina María Servini de Cubría sigue en Buenos Aires por los crímenes cometidos en España durante el franquismo.

El director de la División América de HRW, José Miguel Vivanco, dijo que las diligencias realizadas por el fiscal argentino son un reconocimiento a «la validez de la jurisdicción universal y la obligación de los estados de investigar este tipo de crímenes. «Esperamos que el proceso se haga con la mayor agilidad, como dice la propia resolución, que invoca el principio de economía procesal en beneficio de la justicia”, agregó Vivanco. El juez Lijo aceptó enseguida las sugerencias del fiscal y ya solicitó informes a Yemen, Turquía y también a la Corte Penal Internacional sobre eventuales procesos contra Bin Salmán.

En cualquier caso, el principe saudí no verá alterada su agenda en Buenos Aires. Bin Salmán no puede ser arrestado durante la cumbre porque se encuentra en “misión diplomática especial”, es decir, que es un enviado oficial con rango de jefe de Estado amparado por la Convención sobe Misiones Especiales, un acuerdo que data de 1969. Para Vivanco, «a la luz de las decisiones tomadas por la justicia argentina, el gobierno debería revocar la imunidad especial de Mohammed bin Salman si no quiere dar la impresión de que esta blindando de la justicia a un alto funcionario denunciado por crímenes atroces”.