(Escribe Adrián Freijo) – Si nos guiásemos por la suma de los votos de Cambiemos y por el triunfo de Carlos Arroyo como el candidato más votado, cabe el «alea jacta est» de Julio César.
Alea jacta est es una locución latina de uso actual que significa «el dado fue echado» o «la suerte está echada».
Es una expresión atribuida a Julio César en el momento que cruzara el río Rubicón, límite entre Italia y la Galia Cisalpina, provincia que le había asignado el Senado romano.
Mediante este paso se rebeló contra la autoridad del Senado y dio comienzo a la larga guerra civil contra Pompeyo y los Optimates.
Mucho más acá en el tiempo, en una ciudad tan lejana de aquel imperio como es Mar del Plata, repetir la sentencia puede ser la inmediata tentación de quien observa los resultados de ayer.
Carlos Arroyo ya no es una sorpresa. Podrán muchos preguntarse cómo llegó a convertirse en el hombre más votado de la ciudad en base a una figura adusta, de poco diálogo y con muy escasas ideas expuestas acerca del perfil que busca para Mar del Plata, pero ya nadie podrá negar que se trata de una realidad política que por momentos se vuelve arrolladora.
Ayer logró un triunfo consagratorio que tiene además el doble valor de lo psicológico. Al terminar la noche había vencido al radicalismo -que ni siquiera podrá incluir a alguno de sus candidatos en la lista de concejales- y había dejado atrás a Gustavo Pulti que hasta pocas horas antes aparecía como el seguro ganador al momento de destacar al candidato más votado.
Pero había logrado un triunfo extra: con la victoria de Arroyo pareciera encaminarse hacia su final un modelo político-comunicacional de ciudad que ya venía dando señas de agotamiento.
Porque lo que quedó en claro en estas PASO es que todo el peso del multimedios que «gobernó» la ciudad durante los últimos treinta años ya no tiene la capacidad de «poner y sacar intendentes», como suele afirmar con brutal jactancia su titular.
Ni siquiera su mimado Daniel Scioli, a cuyo servicio fueron puestos hasta la grosería los medios del grupo, puede mostrar hoy un triunfo en una ciudad que se volcó masivamente a su contrincante Mauricio Macri.
Esta desaparición del multimedio como dueño de la opinión pública abre una Caja de Pandora de la que muchas cosas pueden salir en los próximos tiempos. Muchos son los heridos que en el camino ha dejado una línea editorial tan sinuosa como impiadosa con el adversario y en el nuevo escenario las facturas pueden estar al orden del día.
Y un borrar con la mano lo que se ha escrito con el codo -como ha ocurrido tantas veces- no parece hoy suficiente resguardo para una decadencia demasiado evidente.
Pulti deberá pensar muy cuidadosamente los pasos venideros si es que quiere seriamente intentar revertir una situación que hoy se presenta como difícil de remontar. El espacio Cambiemos se ha apropiado de más de la mitad de los votos marplatenses y con solo una parte de los votos de Vilma Baragiola el triunfador de ayer se asegurará ocupar el sillón principal de la comuna.
Y no han sido muchos los esfuerzos del actual oficialismo para ganarse el amor de los vilmistas; estos siguen apuntando a Acción Marplatense como responsable de aquella cámara oculta que terminó tal vez para siempre con los sueños de la orgullosa ganadora del 2013.
El intendente deberá sacarse de encima a tantos que en su entorno solo aportan un «sigustavismo» preocupante, replantearse en soledad en qué punto perdió el afecto de una sociedad que ni siquiera tuvo en cuenta la importante cantidad de obras realizadas y comprender que aquel apoyo de antaño tenía que ver con su perfil local de gestión y no con esa a veces sobre actuada alianza con un kirchnerismo que la ciudad rechaza de plano.
¿Tiene tiempo?, tal vez. ¿Tiene ganas?…eso es otro tema.
Pero lo que es cierto es que si intenta avanzar estos meses con los mismos parámetros con los que encaró este tramo de la campaña, estará seguramente viviendo los últimos tramos de su gestión. Tiene que cambiar…y él lo sabe.
Tiene que re-enamorar a muchos lugareños y hoy no parece una tarea fácil. Máxime cuando muy posiblemente sus aliados mediáticos de ayer ya estén hoy tratando de acercarse a las carpas de Zorro Uno.
Es más fácil simplificar las cosas culpándolo de todos los males que entender la responsabilidad que los dueños del poder real tienen en el hecho de que Mar del Plata sea siempre furgón de cola de proyectos personales en lo empresarial y en lo político.
Y porque en las cosas del poder siempre los perdedores son los que más se resisten a ver la realidad.