La decisión de aislar a todos los marplatenses que lleguen del exterior en lugares como el GADA 601 o las colonias de Chapadmalal no parece resistir demasiado análisis y debería revisarse.
El intendente Guillermo Montenegro anunció que el Municipio de General Pueyrredon endurecerá el aislamiento para aquellos marplatenses que intenten volver a la ciudad para continuar con el cumplimiento de la cuarentena y se los derivará a un espacio dispuesto para tal fin. Evalúan que sea el GADA, alguno de los hoteles de Chapadmalal o uno sindical. La medida tiene que ver con un alineamiento del jefe comunal con la mirada represiva que el Ministro de Seguridad de la provincia Sergio Berni ha tenido desde el inicio de la crisis y que no pocos problemas le han acarreado con las autoridades nacionales.
¿Por qué Montenegro se acopla al juego del discutido funcionario?. Tal vez la respuesta se encuentre en la necesidad del jefe comunal de consolidar una unidad operativa con el gobernador Axel Kicillof para contar con el apoyo necesario de la provincia ante la situación de emergencia. Aunque muchos sostengan que estas expresiones deterministas también son parte de la formación y el carácter del propio intendente.
Sea por lo que fuese llama la atención la decisión anunciada, toda vez que la totalidad de los vecinos en esa situación -o al menos un alto porcentaje de ellos- llegan sin síntomas, han pasado en el exterior un tiempo superior al aconsejado para el aislamiento y cuentan con vivienda propia en la ciudad que podría ser, bajo el lógico monitoreo de las autoridades y que hoy se resuelve con una aplicación en el teléfono celular, garantía suficiente para asegurar la cuarentena obligatoria.
¿Qué necesidad hay de encerrar a personas, que además vienen de una situación de verdadera conmoción, en un cuartel o una húmeda y desvencijada colonia que ha estado cerrada por años y «reacondicionada» a medias y de apuro en vez de permitirles pasar estas dos semanas en la tranquilidad de sus hogares?. Aunque tal vez ahora no tomemos adecuada conciencia de ello, bien puede tratarse de un sutil avance de ese autoritarismo que no pocos pensadores y analistas sostienen que quedará como residuo no deseado de este tiempo del coronavirus.
Nada de lo aquí sostenido tiene contraposición con el agradecimiento que la ciudadanía tiene por la participación del Ejército Argentino en la asistencia social y sanitaria durante este difícil momento del país y que hemos resaltado en esta nota. Y es bueno recordar que la línea editorial de LIBRE EXPRESIÓN ha sido invariablemente movilizadora de la necesidad de recomponer a nuestras Fuerzas Armadas y sobre todo a su relación e integración con la civilidad. Se trata, claramente, de algo más profundo…
Los países también se construyen de las imágenes de la memoria y el ingreso compulsivo de un ciudadano a un cuartel militar, sea por el motivo que fuese, tiene mucho que ver con recuerdos que todos pretendemos que queden para siempre en el pasado. Porque fueron además un virus aún más grave que el que hoy enfrentamos.
No sería erróneo revisar esta decisión…