Pocas horas nos separan de la veda y el fin de las campañas y solo algunas más del momento en el que votaremos. ¿Sabemos los ciudadanos que es lo que los candidatos harán con la cosa común?
Ha sido una campaña de «expertos en márketing» que poco y nada ha tenido que ver con la política. Suele ser común que cuando son los valores negativos los que predominan -y vaya si este es el caso argentino- los asesores y publicistas busque a través de los slogans comunicar al votante que un postulante representa todo lo contrario al que éste detesta. Aunque no le digan cuales son las ideas de quien encarna ese odio.
Así Massa y Macri buscan inyectar el «soy lo anti K» y Scioli, aún haciendo equilibrios para no repeler a quienes desde una postura independiente temen a la continuidad lisa y llana del oficialismo,trata de plantear una imagen moderada del actual estado de cosas para, a su vez, asegurar esa por cierto amplia base electoral que supo construír el kirchnerismo.
Y lo cierto es que llegamos al momento de decisión sin saber a ciencia cierta que hará cada uno en lo inmediato, cuales serán las cosas que continuarán y cuales las que habrán de cambiar y sobre todo cual es el modelo de inclusión interna e internacional de una Argentina que hace agua por todos lados.
Drmasiado poco para elegir y sobre todo para asumir con serena expectativa el tiempo que cualquiera sea el elegido deberá utilizar para tan solo empezar a cambiar las cosas.
Sobre las mortíferas bombas alemanas Churchill pudo decirle a los británicos «solo puedo ofrecerles sangre, sudor y lágrimas». Pero su pueblo le creyó y lo acompañó porque la base del desastre estaba en la incorruptible decisión común de no negociar con la locura hitleriana.
En esa misma Europa los líderes franceses y rusos no lograban tal empatía con sus pueblos, ya que ellos mismos habían tenido una actitud ambigua ante el crecimiento de Adolfo Hitler y su sueño imperial. Polonia y Checoeslovaquia ya eran víctimas de aquella falta de firmeza.
Cuando la política se vuelve especulación puede arrastrar los sentimientos negativos de la población y utilizarlos en beneficio propio. Pero eso no ocurre por mucho tiempo y es así que pronto la sociedad se da cuenta que al elegido se lo ungió «contra» y no «para».
Y ahí empiezan los problemas…