El gobierno va a jugar al truco -mentirá tratando de mostrar lo que no tiene- mientras que la sociedad lo hará al poker, pensando cada jugada y escondiendo la baraja.
Seguramente dos de los más populares juegos de naipes han sido desde hace mucho ejemplo de lo que ocurre entre la sociedad argentina y las autoridades.
Desde el poder -éste y los anteriores- se miente y se exagera mucho. Una pequeña obra pública (casi un 4) se convierte en «el más importante plan de obra pública de todos los tiempos» (un as de espadas). Y como en el truco, cuando se ponen las cartas sobre la mesa queda en evidencia la mentira…pero por ahí el engaño dió resultados y unos días antes se ganó una elección que de haber honrado la verdad hubiese sido un desastre.
Desde la sociedad en cambio pareciera que el poker es el elegido. La gente calla, observa, no hace gestos, pide con prudencia…y al momento de volcar en el paño de la realidad te apabulla con una escalera real por la que no puede escapar el poder.
Así ocurrió en todas las grandes movilizaciones populares, desde el 17 de octubre de 1945 hasta las impactantes del 11N y el 8A contra las políticas del gobierno.
Aquella, ya lejana en el tiempo, sorprendió a un gobierno que pensaba que un Perón preso en martín García representaba ajustadamente el «muerto el perro se acabó la rabia». Grave error cometieron...y así les fue.
Estas, muy cercanas para necesitar siquiera la intervención de narradores, estallaron por millones de argentinos en las calles que sorprendieron a propios y extraños en el mundo entero.
El 18 de este mes la gente saldrá a la calle para reclamar justicia por la muerte de Alberto Nisman. Pero todos sabemos que lo que la gente va a solicitar es otra cosa: va por el fin de las mentiras, va para repudiar a la soberbia, va por una justicia depurada de la que salgan por fin los que tengan que salir, va a avisarle a Cristina que este modelo despreciativo la tiene cansada y sobre todo va a decirle al Poder Judicial movilizado que ahora las esperanzas están puestas en él pero queremos respuestas rápidas y valientes.
Le queda entonces una semana al gobierno para jugar al truco. Para mentir, amagar, amenazar y provocar con lo que tiene, aunque sea poco.
De su éxito depende lograr lo que hoy ya parece su principal objetivo en lo inmediato y que no es otra cosa que desarmar la marcha convocada por los fiscales.
Y a nosotros para jugar al poker. No adelantar gestos, organizar el juego, aislarnos de las provocaciones y preparar una jugada que no pueda ser prevista por quien se sentó del otro lado de la mesa.
Las cartas ya fueron barajadas…a repartirlas y que empiece el juego.