Amantes de la polémica y, una vez más como tantas veces en la historia, sumidos en las pasiones de la grieta, los argentinos nos dividimos ahora en confinamiento si o confinamiento no, en un debate sin sentido alguno.
«Yo estoy por la salud» gritan de un lado, ofuscados por el egoísmo de quienes se colocan en el bando contrario. Porque en Argentina siempre tiene que haber un bando contrario.
«Hay que salvar la economía, basta de cierres, nos estamos muriendo de hambre» contestan desde el otro lado quienes necesitan generar cada día el dinero suficiente para seguir adelante con sus actividades o, en un porcentaje que duele por lo voluminoso, tan solo acceder a la subsistencia en forma de alimentación. Y poco más.
El crecimiento constante -y en las últimas horas explosivos- de los contagios de la llamada segunda ola de la pandemia de COVID-19 en el país han puesto al rojo vivo esta cuestión y los timoratos anuncios oficiales acerca de posibles restricciones futuras no hace otra cosa que disparar la histeria de los fanáticos de uno u otro bando.
¿Será posible que la falta de solidez del estado y las limitaciones estructurales de nuestra dirigencia nos depositen siempre en manos de los fanáticos?. Pero ese es nuestro destino y ni siquiera un fenómeno universal pudo salvarse el ello.
Pero esta vez es absurdo el debate…si es que alguna vez no lo fue.
Los números del rebrote en el mundo entero deberían evitarnos el absurdo esfuerzo de matarnos unos a otros detrás del falso axioma del encierro o la producción: si los casos se disparan sin control y el proceso vacunatorio deja de ser otra tragicomedia a la argentina y se encamina con firmeza hacia la inoculación masiva y eficiente, todo lo que hoy queremos «elegir» quedará supeditado al devenir de los acontecimientos.
¿Alguien podrá negar un nuevo aislamiento si el sistema de salud comienza a saturarse?, ¿los ismos que hoy anuncian rebeldía ante la implementación de una medida de este tipo van a salir alegremente a la calle si sienten realmente que su salud y la de los suyos está en riesgo?.
No nos adelantemos entonces; no nos enfrentemos ni nos enojemos los unos con los otros hasta no saber en donde estamos parados.
Antes bien multipliquemos los cuidados, cumplamos con las medidas mínimas de prevención que ya todos conocemos y entendamos de una vez por todas que nos somos nosotros los que llevamos la batuta sino el virus el que marca la partitura.
Y que sea lo que Dios, el COVID-19 y nuestra responsabilidad nos tengan deparado…