Raúl Alfonsín dejó un país en llamas. Y el incendio tenía por entonces nombre propio: inflación y déficit fiscal incontrolable. Cristina se va a su casa dejando los mismos números de entonces.
Cristina Kirchner se irá del gobierno con el mismo déficit público que Ricardo Alfonsín, quien le dejó la presidencia a Carlos Menem 6 meses antes de terminar su mandato, ante una espiral hiperinflacionaria que parecía no tener techo.
Los economistas calculan que el rojo fiscal de este año cerraría en torno a los 8 puntos del PBI, si se tienen en cuenta como ingresos sólo los impuestos y se excluyen los recursos extraordinarios del Banco Central y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.
Justamente, esa era la relación que había entre el déficit y el producto en el convulsionado 1989.
Lo cierto es que el agujero entre los ingresos y los gastos del estado es de tal magnitud que ya se ubica por arriba del registrado en la crisis de 2001-2002 y es el tercero más grande de la historia reciente.
De acuerdo al consultor José Luis Espert, el déficit actual en relación al PBI sólo fue superado en 1982, cuando se ubicó en 10 puntos del producto, y en 1975 con el “Rodrigazo”, cuando se fue a la cifra récord de 12%, considerando el período que engloba las últimas cuatro grandes crisis de la Argentina.
Más alarmista, un informe al que accedió LPO plantea que “cuando Cristina entregue su mandato estará dejando, como legado, una de las peores condiciones fiscales que registra la historia económica argentina: por su tamaño, el déficit público de este 2015, estimado en el orden de los 8 puntos del PBI, solo será comparable al que se registró en 1975 y en los momentos previos a la crisis de 1982”.
El economista José Luis Espert.
En ese sentido, Juan Pablo Paladino, de Ecolatina, señaló que Cristina dejará el país con un déficit que estará entre el 6,5 y los 7 puntos del PBI. En la consultora fundada por Roberto Lavagna “restan” a los ingresos fiscales las utilidades contables que el Banco Central imprime para girárselas al Tesoro, pero no las de la Anses, conformadas por títulos públicos y plazos fijos, porque si se hace esta operación “también tendrían que restarse los egresos” que hace el sistema previsional al propio sector público. Por eso los analistas de ese estudio estiman un déficit menor.
El director de Espert y Asociados precisó que el 2015 terminará con un rojo arriba de los 400 mil millones de pesos.
Más allá de la similitud con los años alfonsinistas, el economista sostuvo que “no necesariamente el cuadro actual va a desembocar en una hiperinflación” ya que el contexto internacional y político es diferente al de aquél entonces, por más que la magnitud del déficit coincida, acaso por casualidad y no por causalidad.
Consultado acerca de las causas, Espert sentenció “la causa del déficit es siempre la misma: el exceso de gasto por sobre los ingresos, más allá del contexto”.
“El déficit actual tiene cierta similitud al que había en la década de los 80’”, coincide Paladino, aunque en algunos aspectos la situación es más débil y en otros, más fuerte, considera el analista.
Para el especialista de Ecolatina, lo que tiene a favor Cristina es el bajo ratio de deuda, por el que se paga un 2% del PBI en intereses frente a los 4 puntos que se abonaban en el alfonsinismo, lo que llevaba a ajustar el gasto primario para hacer frente a los compromisos financieros. También el sistema previsional es superavitario, a diferencia de esa época en donde se había convertido en un agujero negro.
Sin embargo, el problema que se observa en el esquema actual es que el déficit primario (sin contar los pagos de deuda) está en un 4,5% del producto con una presión tributaria récord, por arriba de la de los países de la región, cosa que no ocurría en los 80’, cuando era inferior a la de Latinoamérica.
De todas formas, Paladino sostuvo que “el déficit fiscal se explica por los subsidios” y eso le da margen de maniobra al próximo gobierno para reasignar los gastos de una manera más eficiente.
“Salvo el período entre 2002 y 2008, en los años más recientes siempre hubo déficit. La diferencia con los 90’, es que durante el menemismo había superávit primario y se tomaba deuda para refinanciar el pago de intereses y equilibrar la balanza de pagos, lo que finalmente terminó generando una bola de nieve-cada refinanciación se hacía a una tasa mayor- que acabó con la Convertibilidad.
En tanto, el citado reporte puntualiza que «el gasto público en dólares ha crecido exponencialmente y los dólares que faltan desde la balanza comercial no es posible conseguirlos ni con los mercados financieros cerrados por el conflicto con los holdouts ni con la política cambiaria oficial».
«No es una cuestión menor»-continúa el trabajo, que advierte: «la economía argentina de hoy registra el mismo nivel de precios en sus commodities que había hace una década atrás, pero un gasto público que, en dólares, se multiplicó por cuatro».