El campeón olímpico Rubén «Colo» Wolkowyski, basquetbolista de la Generación Dorada, contó desde Málaga cómo se recuperó tras contagiarse de coronavirus junto a su familia en España.
Al incansable guerrero de mil batallas deportivas por el mundo no le da vergüenza decir que tuvo mucho miedo mientras transitaba momentos límites haciéndole frente a la agresividad del coronavirus. No sabía si iba a poder volver a ver a su familia y sentía que algo lo estaba destruyendo por dentro. Ya recuperado y conmovido emocionalmente, Rubén Wolkowyski, marplatense por adopción, invitó a tomar conciencia sobre la gravedad de la pandemia y pidió que se siga respetando la cuarentena.
En diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas, el exjugador de Quilmes remarcó que esta situación es un antes y un después para toda la sociedad que nos tiene que hacer entender cuáles son las verdaderas prioridades de la vida.
– Pasaste por algo que nunca pensaste que te iba a tocar, ¿cómo fue tu primer contacto con el coronavirus?
– Es muy dificil saber cómo te contagiás porque lo que tiene de particular este virus es que los primeros siete días no tenés síntomas pero estás contagiando. Me lo agarré acá en casa porque empezó primero mi hija Florencia con los síntomas. Ella vino de Barcelona. El virus estaba en la casa, pero yo no sabía que era tan contagioso. Pensábamos que teníamos que tener las precauciones básicas y no pasaba nada. Pero no. Es tan contagioso que una vez que está dentro de tu casa se contagian todos automáticamente. Está en el picaporte, en la perilla de la luz, los utensilios… Te tocás la cara y ya te lo contagiaste.
– ¿Cuándo tomaste conciencia de lo que estaba pasando y te empezaste a preocupar seriamente?
– Llamamos a sanidad y no te permitían ir al hopital a hacerte estudios por la carga viral que había. Entonces por teléfono contamos los síntomas, nos confirmaron que era COVID-19 y nos dijeron que nos quedáramos en casa e hiciéramos la cuarentena. Así pasó con Florencia, con Mariana y con Tomás que estaban con síntomas pero bien, caminando por la casa. Cuando me pasó a mí, volvimos a llamar pero yo tenía mucha fiebre, me tiró en la cama y no podía moverme, me sacó todas las fuerzas. Veía que estaba avanzado y no paraba. Cuando volví a llamar me dijeron que vaya urgente al hospital porque seguramente tenía neumonía. Y así fue. Fui al hospital, constataron que tenía neumonía, me dieron los antibióticos y gracias a Dios no me dejaron internado. Podía seguir el tratamiento en mi casa siempre controlando que no me faltara más el aire.
– ¿Qué sensaciones tuviste cuando entraste al hopital?
– No sabés el caos que era el hospital. Me despedí de mi señora, le dije chau, no quería ni mirar. Me sentía tan mal porque estaba entrando en un lugar del que no sabía si iba a salir. Te ponen guantes, barbijo, te desifectan, te hacen unas preguntas rápidas, te toman los datos y te ingresan a una sala para empezar a hacer todos los estudios. Estuve cinco horas hasta que, por suerte, me dijeron que lo mío era para seguir el tratamiento en casa. De la alegría que tenía le empecé a mandar mensaje a mi señora y ella, pobre, estaba caminando por las paredes porque no sabía si yo salía del hospital. Son situaciones límites que te hace vivir la vida y el virus este. Espero que la gente tome conciencia de lo malo que es contagiarte de este virus. Quizás lo tenés, sos asintomático y no te pasa nada, pero contagiás. Podés crear una catástrofe sin darte cuenta. Por suerte en Mar del Plata están más tranquilos. Hay que seguir respetando la cuaretena.
– Lejos de decir que la situación está controlada, en Mar del Plata por ahora los casos son pocos, se están haciendo las cosas bien pero hay que seguir manteniéndolo…
– Eso habla muy bien de la gente de Mar del Plata. Hoy en cualquier pueblo o ciudad del mundo, ¿qué es lo que nadie quiere tener? No quiero tener coronavirus acá adentro. Es algo terrible. Destruye todo para abajo, lo económico, la salud, lo social. Lo bueno que hizo Argentina es que tomó buenas medidas y se cerró para que no se pueda expandir para otros lados.
– Después de todas las batallas deportivas de tu carrera, con momentos de mucha tensión, nada se compara con despedirte de tu mujer entrando al hospital sin saber si ibas a salir, ¿cómo viviste ese momento?
– Siempre traté de disimular muchas cosas cuando uno esta mal para no transmitir ese malestar a la gente que uno quiere. Traté de hacerlo, bajé, no le pude dar un beso ni nada, no le quise decir el miedo que yo tenía, pero ya sabía porque ella también lo tenía. Eso me lo contó después. Situaciones límites que te hace vivir este virus. Esto va a ser un antes y un después para toda la sociedad.
– Estás comprometido con la idea de concientizar y eso es muy valioso viniendo de tu parte como referente del deporte argentino, ¿en qué creés que esto te cambió ya como persona?
– Algo muy simple que no le daba valor es poder despertar a la mañana y ver la luz de afuera. Eso para mí es impagable hoy. Estuve en una situación muy límite y eso es lo que me hizo cambiar. Pequeñas cosas. Agradecer que te despertás, que podés ver la luz, que estás con tu familia, que recibís mensajes de tus amigos… Hoy no se me cruza nada de dinero y de trabajo. Lo que a mí me mantuvo vivo fue la conexión con mi familia y con los amigos que tengo, ya sea del grupo de Mar del Plata como de los chicos de la Generación Dorada, que estuvieron en contacto todos los días y me daban ánimo. Agradezco a cada amigo que me ayudó a salir de esta porque empezaron a entender la gravedad del virus.
– Mentalmente la cabeza te juega en contra también y hay que pelear contra los fantasmas internos de tus pensamientos…
– Tu cabeza trabaja y empezás a pensar en lo peor porque es la pelea tuya contra algo desconocido. No es como jugar al básquet contra tal persona que vos sabés lo que hace. Acá yo sé lo que puedo hacer pero no sabés qué hace el otro. Estás en desventaja porque continuamente vas de atrás peleando contra algo que te está destruyendo por dentro.
– ¿Cómo se dio la planificación de trasladar a toda tu familia a Málaga?
– Esto ya pasó y será una anécdota. Ya estamos bien. Hoy hablábamos con Mariana de lo feliz que estamos de estar los cuatro en un lugar. Yo me moría si tenía que estar en Argentina y los chicos acá con esta situación. Venir para apoyarlos para que puedan buscar su futuro nos salió bien porque podemos estar juntos después de mucho tiempo y disfrutar de hacer juegos, comer, cocinar… Todo juntos. Estamos tan bien que esta cuarentena estamos disfrutando de poder estar juntos. Eso es lo que más valoramos nosotros como familia.
– Es bueno que en este momento dejemos aflorar los sentimientos, ¿qué pensás?
– Hoy esconderte detrás de algo que a la larga no tiene valor, no significa nada. Esto es un antes y un después. Demostrá el cariño que tenés a la gente, llamá a tu amigo y decile que lo querés, a tus parientes, a tu mamá, a tu papá, al que sea. Es importante porque no sabés lo que va a pasar. Estoy agradecido a los amigos que me dio la vida. Ahí en Mar del Plata tengo un grupo que se llama el Dream Team que es un equipo de primera que siempre estuvo al lado mío, Luisito Fernández, con quien continuamente nos estamos mensajeando; Sergio Britos, que me ayudó muchísimo; uno de los doctores de la Clínica Colón que me alentó, Darío Lozzi; gente que yo conozco que en esos momentos en los que yo no tenía respuestas trataban de ayudarme y darme ánimo para estar bien; el grupo de la pesca, Roberto Di Biasi, otro doctor que me ayudó mucho… Gente que uno valora porque en las malas estuvieron al lado tuyo.
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