Luis Scola: ¿Quién dijo que me fuí?…si siempre estoy llegando

RedacciónLuis Scola puso punto final a una de las más ricas carreras que el mundo del básquet recuerde. Pero nadie cree que sea el último contacto entre el hombre y el deporte que lo llenó de gloria.

«¿Quién dijo que me fui de mi barrio?, si siempre estoy llegando» inmortalizó en sus versos el inolvidable Aníbal Troilo. Y aquella sentencia de Pichuco es válida hoy para intuir el futuro de un deportista ejemplar que dejó todo por la camiseta de la selección argentina de básquetbol y fue parte de una de las historias más gloriosas de las últimas décadas.

«Hoy fue un momento que no puedo llamar negativo, pero me agarró un poco con la guardia baja. Pensé que iba a terminar el partido jugando pero le agradezco a la gente de Australia. Al final del día tener el respeto de tus contrincantes es quizás el elogio final» le dijo Luis Scola a la periodista Florencia Cordero, que siguió por el mundo la carrera del argentino y de todos los integrantes de la Generación Dorada desde el comienzo mismo de esta historia que lo tuvo como el último gran protagonista dentro de un campo de juego.

Unos momentos antes cuando el reloj indicaba que faltaban segundos para el final del duelo ante Australia y el técnico argentino decidió sacarlo de la cancha porque el resultado era inexorable, Luifa se dirigió al banco de suplentes y el partido se detuvo. El banco de suplentes de Australia, árbitros, periodistas y todos los presentes en la cancha le regalaron un homenaje que quedará para la historia.

A su vez Sergio Hernández, otro protagonista insoslayable de un tiempo que ya se convirtió en leyenda, no pudo evitar las lágrimas de emoción cuando recordó lo que Scola había representado en todo ese camino. «Luis (Scola) fue el mejor de todos los jugadores que nacieron en la Argentina» dijo, para agregar que «lo único que hay que decirle a Luis es un gracias gigante por todo lo que le dio al básquetbol argentino, adentro y afuera de la cancha».

«Nuestra relación empezó conmigo como maestro y él alumno, y terminó al revés. Le agradezco de corazón», remarcó «Oveja», visiblemente emocionado.

Siempre cultor de una imagen que hacia afuera podía parecer dura y fría pero que ocultaba al hombre concentrado en su trabajo y claro en sus objetivos, explicó su emoción ante el reconocimiento diciendo que «me hubiera gustado que no pasara pero bueno, pasó de esa manera y así fue». Casi como explicando esas lágrimas que representaron el mensaje de su alma de deportista frente al paso inexorable del tiempo.

Repasando su extensa trayectoria Scola afirmó que «mi carrera fue muy larga y me cuesta elegir una imagen, me quedo con todo lo que pasó». Y dejó en claro que «los años pasan para todos y es hora que vengan nuevos nombres y nuevas caras».

Se dio tiempo para analizar el partido con Australia, que fue claramente superior a la Argentina y fue claro al sostener que «el resultado final marca el lugar en el que estamos parados. Hay mejores equipos que nosotros, que están en otro lugar y que merecieron ganar. Solo nos queda felicitarlos».

«No se que faltó y ya está. Le toca a otra gente hacer análisis, tomar decisiones y encontrar otras caras que lideren. Yo a esta camada le dejé lo mejor de mi pero no puedo analizarlo sin caer en el autoelogio y eso no es lo mío. Que lo hagan los demás y que se respondan las preguntas que tengan para hacerse» sentenció.

Preguntado acerca de su futuro dijo «no se que va a ser de mi vida ahora. Tengo muchas cosas para hacer pero no tengo un plan; ahora me voy de vacaciones y después veremos».

«Fue un año raro pero llegar acá es algo que disfruté muchísimo» concluyó.

Y se fue por el camino que recorren los grandes cuando resuelven que llegó el momento de dejar atrás todo eso que los llevó al lugar que el público les reconoce y que ellos supieron ganarse en base al esfuerzo y al talento.

«Le di mi mayor compromiso, mi máximo esfuerzo y mis mejores años de mi carrera, me voy en paz conmigo» sostuvo, aunque nadie crea que la rica historia de Luis Scola con el básquet argentino haya llegado al final.

Casi como si el básquetbol y el personaje fuesen definitivamente  inescindibles…

 

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