Aquellos primeros dirigentes se llevaron una sorpresa al darse cuenta de la cantidad de células vivas que en toda la ciudad tenía el naciente movimiento. Tal vez ahora la historia reviva.
«Nos reuníamos en casas amigas y comentábamos con entusiasmo sobre la figura de Perón. Siempre creíamos que eramos tan solo nosotros, hasta que el 17 de octubre fuimos caminando hasta la Plaza San Martín con la intención de que en Mar del Plata hubiese también un grupo que adhiriera a lo que estaba ocurriendo en Plaza de Mayo»
«La sorpresa fue enorme cuando vimos que desde los barrios de la ciudad centenares de personas, que como nosotros también se reunían pensando que eran «los únicos peronistas marplatenses», habían tomado la misma decisión de marchar pidiendo por Perón. En ese momento tomamos conciencia de que lo que estaba pasando era muy grande y que juntos eramos miles. Así nació el Partido Peronista de Mar del Plata».
Esto nos narraba hace unos años don Juan Garivoto (padre) recordando aquellas jornadas y poniendo sobre la mesa algo que siempre fue una realidad presente en el peronismo: su formación celular hace imposible conocer con exactitud cuantos son y donde están sus adherentes.
Siete décadas después, y empujada por las constantes divisiones propuestas por una dirigencia cada vez más lejos de una doctrina que mil veces negada sin embargo existe, el presente no es muy diferente. Ni en el país ni en la ciudad.
La salida al ruedo de Juan Manuel Rapacioli, a pocas horas de cerrarse la urnas el último domingo, parece un desafío a esa misma historia y una invitación a que aquellos que pese a todo siguen creyendo en el viejo movimiento, que encuentra en Perón y Evita sus únicos referentes indiscutidos, salgan de su letargo y vuelvan a pensar que la organización partidaria sigue siendo la única forma de vencer al tiempo…y a la decadencia.
Menuda tarea le espera al postulante: deberá vencer la anomia de un conglomerado acostumbrado a interpretar al justicialismo de mil formas distintas y la avaricia moral de seudo caudillos siempre dispuestos a mantener un estado de cosas que en la anarquía encuentra un socio ideal a su única aspiración que es el poder en propio beneficio.
Todo indica que el nuevo tiempo requerirá de una síntesis entre la historia partidaria, el presente de crisis, la necesidad de insertar al peronismo en un mundo complejo y una sociedad híperinformada que además se expresa con libertad, a veces salvaje, desde las redes sociales. Pretender un armado tradicional sería entonces tan vano como insostenible.
Como hombre de medios Rapacioli puede entender de estas cuestiones, pero de nada le servirá si a esa comprensión no le agrega capacidad de convencimiento y comprensión de las diferencias que solo encuentran referencia en los años fundacionales y en el claro mensaje final del fundador.
Hoy, por primera vez, aparece en el horizonte una duda que hace tan solo unos pocos años parecía imposible: ¿necesita al peronismo el presente de los argentinos?. La respuesta, tal vez la menos deseada, fue redactada con el abandono de la base popular que han hecho quienes en posiciones de poder solo se dedicaron a buscar el propio beneficio.
Es bueno entonces que, al menos algunos, posen su mirada y su esfuerzo en la reconstrucción de las estructuras partidarias.
Por algún lado hay que empezar…